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Mayores Hoy MISS RIVELLES

palomas, los pañuelos, los para- vosotros se moriría del susto! mi esposo, que seguía con los ojos
banes, la cinta interminable, los También hacíamos desaparecer una vendados. A continuación lanzaba las
dedales o los pompones chinos. Pero jaula y una radio grande encendida cartas sobre la señorita hasta que el
los números que más gustaban eran que se tiraba al aire, y muchas veces público me decía basta, entregando
los de la jaula transparente en la me decían: Miss Rivelles por favor no las cartas restantes a mi esposo, que
que había cuatro tórtolas que hacía la quite, no la quite, porque estaban con los ojos vendados y con un puñal,
desaparecer al tirar un paño hacia radiando algún partido de fútbol, extraía las tres cartas que había ele-
arriba, llenándola con periquitos de pero yo tenía que continuar, así que gido el espectador, quitándose la
colores. Era un impacto tan grande hacía uno, dos, tres, tiraba el paño al venda de los ojos. Momento en el que
que la gente aplaudía cuando ya esta- aire y la radio había desaparecido. En recogíamos una gran ovación. Por
ba quitando la mesa. el espectáculo utilizaba cartas, último, quitábamos la silla en la que
monedas, anillos y cubos. Todavía sujetaba la señorita por los pies, y yo
Otros números fuertes eran la meta- conservo dos tórtolas, el baúl y todos pasaba un aro por todos los lados
morfosis, la transmisión de pensamien- los aparatos. Alguna vez, por ejemplo para que vieran que no había ningún
tos y el de la evasión del baúl, un truco
inventado por el gran mago Houdini “Cuando empecé en los años
que aunque pasen mil años sigue sien- sesenta sólo había tres mujeres
do el rey, por el que estábamos acredi- ilusionistas, una alemana,
tados como los más rápidos de Europa, una inglesa y yo”
y con el que conseguimos el primer
premio de Evasión. En Zaragoza, a en el cumpleaños de mi nieta, para tipo de sujeción, y a continuación la
donde trabajé seis meses en la misma ella y para los invitados, he hecho levantábamos entre los dos y la espa-
sala de fiestas, ¡que se dice pronto!, unas cositas, y mi nieta se quedó bilábamos, recibiendo otra vez los
había un círculo de ilusionistas ama- asombrada. Mi hijo si ve un mago en aplausos del público. ¡Un número
teurs que participaban en los certáme- la tele dice: mi madre hace eso y fabuloso!
nes y los congresos de ilusionismo más, ¡claro sale la conversación de
internacionales, reuniéndose todas las que he sido maga! —Ustedes presentaban un espectácu-
tardes para hablar sobre los juegos de lo con una nueva concepción de la
magia. Ellos iban a ver nuestro espec- —La metamorfosis ha sido uno de sus puesta en escena.
táculo y yo veía que controlaban, reloj números estrella.
en mano, el tiempo que tardábamos en Por regla general el público cree
hacer el número del baúl, y que excla- Sí, en la metamorfosis dejábamos que los ilusionistas se esconden las
maban: ¡no es posible, si tardan segun- a una muchacha en estado catalépti- cosas en la manga. Yo esa sospecha la
dos! Estos señores, que como he dicho co y después de hipnotizarla la ponía- eliminaba porque siempre he salido
no se perdían ningún certamen inter- mos entre dos sillas, y en este inter- con un traje de tirantes, de cóctel,
nacional, cada uno de los cinco años valo hacíamos la transmisión de pen- largo hasta los pies y con una varita
consecutivos que actuamos en Zara- samiento. Mientras que mi esposo que se troceaba. Cuando empecé me
goza, me dijeron: Maruja seguís siendo permanecía con los ojos vendados, yo hice un chaqué con mi chistera y todo
los más rápidos de Europa. entregaba tres cartas a los espectado- precioso. En mi espectáculo, que
res y a continuación las mezclaba en duraba hora y media, llevaba un cuer-
Nosotros además de introducirse una baraja colocada encima de la po de baile y después de hacer esta
mi marido en el baúl atado y dentro muchacha, y la cortaba en dos mon- presentación de danza, hacíamos ilu-
de un saco, añadimos como novedad, tones. Entonces me dirigía a un sionismo y terminábamos con un
y en un tiempo record, el cambio de espectador para que eligiese uno de número al que llamábamos la
pantalones, es decir, yo entraba en el los montones de cartas, se lo daba a Apoteosis, para el que llevábamos un
baúl con pantalón blanco y mi marido
con azul y salíamos él con el blanco y
yo con el azul. Al público apenas le
daba tiempo a reaccionar. Recuerdo
que nos comentaban: ¡si Houdini
resucitara y viera el baúl que hacéis

56 Sesenta y más
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