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El trabajo social, desde la consideración
La generalización del estado de
bienestar en las sociedades modernas
ha sido uno de los factores más
importantes del proceso político de
los últimos tiempos, como garante de
los derechos sociales. En España el
marco constitucional (1978) y espe-
cialmente el artículo 50 de la Carta
Magna es la referencia del desarrollo
de las políticas de atención a las per- Al mismo tiempo las administracio-
sonas mayores: “Los poderes públi-
cos garantizarán mediante pensiones
adecuadas y periódicamente actuali-
zadas la suficiencia económica a los
ciudadanos durante la tercera edad.
Asimismo, y con independencia de
las obligaciones familiares, promove-
rán su bienestar mediante un sistema
de Servicios Sociales que atenderán
ética e institucional debe garantizar la
cobertura mínima que exige la justicia
distributiva.
sus problemas específicos de salud,
vivienda, cultura y ocio”.
Pero la realidad es que el Estado
no puede atender todas las necesida-
des de todos los ciudadanos. Las
necesidades humanas no cesan de
crecer y los Estados no pueden
hacerlas frente de forma satisfactoria. dadanos experimente una mayor lon-
nes y sus burocracias contribuyen a
la ineficiencia de sus servicios. El
resultado es la formación de grupos
de exclusión, con necesidades no
cubiertas.
Para hacer frente a esta situación
no son suficientes las propuestas rela- otros nuevos.
tivas al estado, a las formas de estado
o a las reformas legales. Desde la
perspectiva ética es necesaria tam-
bién la participación activa de la ciu- en la definición y priorización de sus
dadanía. La participación política no
es solamente un derecho, sino un
deber; el deber de controlar la gestión el voluntariado entre ellos, y el
y distribución de los recursos socia-
les. La democracia nos permite a
todos participar en los asuntos públi-
cos y esta participación es compatible
con nuestro concepto de la libertad.
UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA
La participación política es un
derecho pero también un deber en un
estado democrático.
La felicidad individual no es posi-
ble sin tener en cuenta a los demás.
El estado debe adaptarse a las cir-
cunstancias actuales y una de esas
circunstancias es la mayor expectati-
va de vida. Las investigaciones bio-
médicas y la tecnología sanitaria han
contribuido, y continuarán haciéndo-
lo, al desarrollo de procedimientos de
diagnóstico y tratamiento cada vez
más efectivos. Parece que es posible
no sólo que un mayor número de ciu-
gevidad, sino también que la calidad
de vida de las personas mayores
mejore. Asimismo, este grupo de
edad se está conformando como
usuarios o consumidores de servicios
y sus demandas solventes pueden
suponer la consolidación de merca-
dos ya existentes y el desarrollo de
Por otro lado, las personas mayores
participan cada vez más activamente
necesidades. Es significativo el creci-
miento intenso del asociacionismo y
aumento de sus acciones reivindicati-
vas y la defensa organizada de sus
intereses. Cada vez tienen más nivel
cultural y son conscientes de la fuer-
za que poseen como grupo social.
Se dice que las personas mayores
tienen menos esperanza individual
pero más esperanza social. Son más
importantes socialmente que en otras
épocas, principalmente por el
aumento demográfico significativo y
por tener mejores condiciones psico-
físicas.
No obstante, el afianzamiento de
las enfermedades crónicas degenera-
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