Page 33 - Revista Autonomía Personal. Número 12, abril de 2014
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r es decisión de la mienta sobre otra no debe verse
s condiciones en como la respuesta única a los requeri-
mismo según sus mientos de desempeño de la persona
en su contexto.
Por el contrario, el uso tanto del
braille como de lectores de pantalla
debe ser definido según la actividad
a realizar, de forma que ambas estra-
tegias se complementen y permitan
a la persona ejecutar la tarea deseada
con el máximo de independencia
posible.
Sin embargo, se debe tener cui-
dado al establecer contacto con las
facilidades que revierte el uso de
apoyos tecnológicos, pues se puede
pensar que la tecnología, por sí sola,
hace que la información sea accesi-
ble, obviando la aún necesaria inter-
vención humana.
El aumentar la producción de
libros en braille o audio, así como
el mejorar la capacidad de funcio-
namiento y alcance de un lector de
pantalla, no servirán de nada si no
se desarrolla un proceso de entrena-
miento en el uso de las mismas.
Por último, no debe olvidarse,
en ningún contexto, sin importar lo
globalizado que este se encuentre,
que el uso de un método o apoyo
tecnológico en particular es decisión
de la persona con discapacidad, y
será ella quien defina las condiciones
en que lo utilizará y personalice el
funcionamiento del mismo según sus
necesidades.
Es así que el uso del braille en
medio de una sociedad tecnologizada
no debería representar una involu-
ción en los apoyos dados, sino más
bien una opción adicional para desa-
rrollar habilidades y permitir a las
personas con discapacidad visual el
desenvolverse en igualdad de opor-
tunidades.
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s condiciones en como la respuesta única a los requeri-
mismo según sus mientos de desempeño de la persona
en su contexto.
Por el contrario, el uso tanto del
braille como de lectores de pantalla
debe ser definido según la actividad
a realizar, de forma que ambas estra-
tegias se complementen y permitan
a la persona ejecutar la tarea deseada
con el máximo de independencia
posible.
Sin embargo, se debe tener cui-
dado al establecer contacto con las
facilidades que revierte el uso de
apoyos tecnológicos, pues se puede
pensar que la tecnología, por sí sola,
hace que la información sea accesi-
ble, obviando la aún necesaria inter-
vención humana.
El aumentar la producción de
libros en braille o audio, así como
el mejorar la capacidad de funcio-
namiento y alcance de un lector de
pantalla, no servirán de nada si no
se desarrolla un proceso de entrena-
miento en el uso de las mismas.
Por último, no debe olvidarse,
en ningún contexto, sin importar lo
globalizado que este se encuentre,
que el uso de un método o apoyo
tecnológico en particular es decisión
de la persona con discapacidad, y
será ella quien defina las condiciones
en que lo utilizará y personalice el
funcionamiento del mismo según sus
necesidades.
Es así que el uso del braille en
medio de una sociedad tecnologizada
no debería representar una involu-
ción en los apoyos dados, sino más
bien una opción adicional para desa-
rrollar habilidades y permitir a las
personas con discapacidad visual el
desenvolverse en igualdad de opor-
tunidades.
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