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MINUSVALEXTRAMARZO 26/3/04 18:54 Página 61
mantiene aislados, imposibilitados de “La escalera ha sido algo así como nuestra
salir y realizar una vida más activa. bestia negra, el equivalente
Pero, en el fondo, reconocemos el –con más o menos mérito artístico-
valor y necesidad de la escalera, del de un “reservado el derecho de admisión”
mismo modo que creemos –con satis-
que colgara en los accesos de cualquier
¡Milagro de los ascensores, que aho- edificio o medio de transporte,
rrándonos el esfuerzo de subir de un dejando a una parte de nosotros
piso a otro, expulsan a las escaleras fuera de su disfrute”
de nuestra cotidianidad y las convier-
ten en objetos de extrañada contem-
plación artística!
Raffaele Pinto, Divagaciones tancia.A juzgar por la profusión de esca- constituyen una escalera, pero parece
sobre la poesía de las escaleras lones en los accesos a entidades comer- que desposeídos de toda gracia por si
Réquiem per l’Escala, CCCB 2001 ciales, bancarias o edificios de todo tipo mismos, atesoran un única virtud que es
diríase que nadie los concibe como una la de elevación. Así, una puerta en un
facción– que su gran momento arqui- violación a la normativa de accesibilidad edificio podría conferir a este más
tectónico ya pasó y no volverá. Por vigente, ni como un impedimento cierto importancia si incorpora un escalón o
ello, cuando algún arquitecto pretende para las personas con problemas de un conjunto de ellos; y el portal podría
recuperar el protagonismo de antaño movilidad. Son abrumadora mayoría los parecer más grande y profundo al incor-
de este elemento y convertirlo en locales públicos que sitúan un escalón en porarle algún escalón interior. Cuando
recurso –fácil– para buscar un clasicis- el umbral de acceso sin que hoy haya ya no había técnicas o materiales adecua-
mo o una espectacularidad que favo- una explicación técnica o estética posi- dos podía ser una buena barrera frente
rezca su prestigio, lo hemos de recha- ble; simplemente porque forma parte de a determinados animales o frente al
zar. Desconfiamos del propósito artísti- los elementos habituales. Aún nuestra agua; pero quizá hoy el escalón sólo sea
co que se sitúa por encima de las nece- sociedad está organizada de modo que un despiste, un residuo de otros tiem-
sidades de las personas, y que condena apenas tiene en cuenta a las personas pos y otras necesidades. Hoy día pode-
a acceder por la puerta trasera a un con discapacidad, ni tampoco a los ancia- mos interpretar ese simple escalón
buen número de ellas. Tal es el caso de nos, las madres o los niños, y el escalón como un desconocimiento de la norma-
un edificio tan vistoso como poco ade- nos lo recuerda cotidianamente, del mis- tiva que obliga a permitir un “itinerario
cuado a su carácter público, cual es el mo modo que, en otra escala, lo hace el accesible” entre los servicios de un edi-
Teatre Nacional de Catalunya, diseñado predominio del vehículo sobre la perso- ficio y el exterior, o un simple desdén
por Ricardo Bofill; aunque sin duda na en nuestras ciudades. hacia aquellos que pudiendo acceder
cualquiera podría encontrar muchos con plena autonomía se ven obligados a
ejemplos similares, quizá menos visto- Según los estudios realizados para ela- buscar ayuda o soluciones alternativas
sos, en la arquitectura reciente. borar el Libro Verde de la Accesibilidad para superarlo.
en España, un 56 % de los edificios de
Pero puestos a manifestar nuestros viviendas construidos entre 1995 y 2000
rechazos, los que nos preocupamos por tenían uno o varios escalones a la entra-
la accesibilidad de los espacios construi- da y un 17 % en el interior del portal;
dos aborrecemos algo mucho menos vis- todos ellos sin una rampa o alternativa
toso cual es la reducción de la escalera a accesible. Los que no somos arquitectos
su mínima expresión: los técnicamente -y muchos de estos también- tenemos
humildes, pero omnipresentes escalones. dificultades para explicarnos esa pasión
Este elemento, escasamente defendible por algo tan incómodo y escasamente
–supongo– por sus valores artísticos o elegante como es el escalón, ya se pre-
técnicos, es una efectiva barrera, y muy sente en su versión aislada, o en pareja o
dañina por cuanto es apenas perceptible trio, que son también configuraciones
para los ojos profanos, que lo han inte- frecuentes en nuestros edificios.
riorizado como algo carente de impor-
Desconozco cuántos escalones es
preciso juntar para considerar que
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mantiene aislados, imposibilitados de “La escalera ha sido algo así como nuestra
salir y realizar una vida más activa. bestia negra, el equivalente
Pero, en el fondo, reconocemos el –con más o menos mérito artístico-
valor y necesidad de la escalera, del de un “reservado el derecho de admisión”
mismo modo que creemos –con satis-
que colgara en los accesos de cualquier
¡Milagro de los ascensores, que aho- edificio o medio de transporte,
rrándonos el esfuerzo de subir de un dejando a una parte de nosotros
piso a otro, expulsan a las escaleras fuera de su disfrute”
de nuestra cotidianidad y las convier-
ten en objetos de extrañada contem-
plación artística!
Raffaele Pinto, Divagaciones tancia.A juzgar por la profusión de esca- constituyen una escalera, pero parece
sobre la poesía de las escaleras lones en los accesos a entidades comer- que desposeídos de toda gracia por si
Réquiem per l’Escala, CCCB 2001 ciales, bancarias o edificios de todo tipo mismos, atesoran un única virtud que es
diríase que nadie los concibe como una la de elevación. Así, una puerta en un
facción– que su gran momento arqui- violación a la normativa de accesibilidad edificio podría conferir a este más
tectónico ya pasó y no volverá. Por vigente, ni como un impedimento cierto importancia si incorpora un escalón o
ello, cuando algún arquitecto pretende para las personas con problemas de un conjunto de ellos; y el portal podría
recuperar el protagonismo de antaño movilidad. Son abrumadora mayoría los parecer más grande y profundo al incor-
de este elemento y convertirlo en locales públicos que sitúan un escalón en porarle algún escalón interior. Cuando
recurso –fácil– para buscar un clasicis- el umbral de acceso sin que hoy haya ya no había técnicas o materiales adecua-
mo o una espectacularidad que favo- una explicación técnica o estética posi- dos podía ser una buena barrera frente
rezca su prestigio, lo hemos de recha- ble; simplemente porque forma parte de a determinados animales o frente al
zar. Desconfiamos del propósito artísti- los elementos habituales. Aún nuestra agua; pero quizá hoy el escalón sólo sea
co que se sitúa por encima de las nece- sociedad está organizada de modo que un despiste, un residuo de otros tiem-
sidades de las personas, y que condena apenas tiene en cuenta a las personas pos y otras necesidades. Hoy día pode-
a acceder por la puerta trasera a un con discapacidad, ni tampoco a los ancia- mos interpretar ese simple escalón
buen número de ellas. Tal es el caso de nos, las madres o los niños, y el escalón como un desconocimiento de la norma-
un edificio tan vistoso como poco ade- nos lo recuerda cotidianamente, del mis- tiva que obliga a permitir un “itinerario
cuado a su carácter público, cual es el mo modo que, en otra escala, lo hace el accesible” entre los servicios de un edi-
Teatre Nacional de Catalunya, diseñado predominio del vehículo sobre la perso- ficio y el exterior, o un simple desdén
por Ricardo Bofill; aunque sin duda na en nuestras ciudades. hacia aquellos que pudiendo acceder
cualquiera podría encontrar muchos con plena autonomía se ven obligados a
ejemplos similares, quizá menos visto- Según los estudios realizados para ela- buscar ayuda o soluciones alternativas
sos, en la arquitectura reciente. borar el Libro Verde de la Accesibilidad para superarlo.
en España, un 56 % de los edificios de
Pero puestos a manifestar nuestros viviendas construidos entre 1995 y 2000
rechazos, los que nos preocupamos por tenían uno o varios escalones a la entra-
la accesibilidad de los espacios construi- da y un 17 % en el interior del portal;
dos aborrecemos algo mucho menos vis- todos ellos sin una rampa o alternativa
toso cual es la reducción de la escalera a accesible. Los que no somos arquitectos
su mínima expresión: los técnicamente -y muchos de estos también- tenemos
humildes, pero omnipresentes escalones. dificultades para explicarnos esa pasión
Este elemento, escasamente defendible por algo tan incómodo y escasamente
–supongo– por sus valores artísticos o elegante como es el escalón, ya se pre-
técnicos, es una efectiva barrera, y muy sente en su versión aislada, o en pareja o
dañina por cuanto es apenas perceptible trio, que son también configuraciones
para los ojos profanos, que lo han inte- frecuentes en nuestros edificios.
riorizado como algo carente de impor-
Desconozco cuántos escalones es
preciso juntar para considerar que
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