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rio”, toda suerte de atenciones. “Lla-
man cada día y varias veces –comple-
menta Margarita, su mujer– cuando
no pueden venir”.
Miguel afirma no entender el “por
qué” se le entrevista, “siendo como
soy –dice– un hombre de lo más nor-
mal del mundo”. Algo a lo que su
mujer se muestra abiertamente en
desacuerdo, dejando traslucir mucho
más que admiración, mientras añade
aclaraciones sobre los tiempos y pie-
zas empleadas por su marido hasta
ejecutar sus réplicas, ya de buques
emblemáticos, naves de siglos glorio-
sos o máquinas de ferrocarriles a
vapor, tan minuciosamente ensam-
blados que rozan la perfección.
“Hasta varios años de trabajo”,
recuerda Miguel Casado que le han
llegado a costar alguna que otra de
estas réplicas que, con sencilla acti-
Mientras muestra satisfecho su réplica del célebre “Titanic”, “un trabajo –dice– que me llevó
tud pero emoción intensa, va mostran-
más de año y medio”.
do y describiendo cada uno de sus tra-
bajos hasta el mínimo detalle: Ahí es nada. Porque Miguel no montarlo a través de una sucesión de
“Este Santísima Trinidad reprodu- repara en dificultad, estilo o época entregas... Pero aquí está: ¡una aven-
ce un gran velero inglés, navío de de nave o buque que despierte su tura casi como la de su hundimien-
guerra del siglo XVIII, que se hizo interés. Y así habla cuando enseña to!”, dice entre risas.
famoso por la Batalla de Trafalgar, su Titanic, emblemático y famoso Miguel Casado Rodríguez tiene
con más de 200 cañones... ¡Para trasatlántico, también inglés, de tan acento madrileño –“donde más tiem-
modelarlo empleé casi dos años de corta vida y aún más trágico final: po he vivido”–, pero es de origen
mi tiempo!, y sus medidas son 170 “Fue toda una aventura llevarlo a andaluz, concretamente cordobés:
por 415 por 810 milímetros”. término. Fueron más de dos años para “Soy de Montoro”, comenta mientras
señala entre sus fotos enmarcadas,
aquella que más grato recuerdo le
ofrece sobre su localidad natal:
“Somos mi hermano de meses y yo de
sólo dos años, fotografiados con la
cabra que teníamos en casa y que
acudía a darle su leche en cuanto oía
a mi hermano”.
¡Y qué foto!. “Pues una foto de pre-
mio, por su originalidad y la instantá-
nea que transmite sobre su época”,
apostilla Margarita su mujer, a quien
se debe la iniciativa de encargar su
ampliación, enmarcarla conveniente-
mente y darle, ya en su casa madrile-
ña, un lugar de privilegio para el delei-
te de propios y extraños: “La foto es
de exposición”, dice ella mientras
Miguel se cuestiona “si habremos pro-
“¡Y qué foto!”: Son Miguel Casado con dos años y su hermano menor, “con la cabra, allí en
Montoro”, que habla de la España de hace 80 años.
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