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vida hay situaciones en las que hay
que saber decir “no”, y de que no hay
que bajar la guardia.

Ida en uno de los viajes que realizó a Auschwitz mostrando alguno de los lugares donde estuvo. – Díganos, ¿qué es lo que más le gus-
ta y lo que más disgusta del mundo de
hoy?

(Sonríe) Bueno, está claro: me gusta,
sobre todo, la tecnología moderna, los
portátiles, la televisión, en definitiva, la
comodidad. Pero lo que me rebela es
que todavía haya genocidios, que exista
gente viviendo en condiciones tremen-
das; me indigna la injusticia, la intole-
rancia, el racismo, el antisemitismo...
Cuando nosotros fuimos liberados creí-
mos que el nazismo y todas las ideolo-
gías extremistas iban a desaparecer,
pensamos que la pesadilla se había ter-
minado. Pero desgraciadamente se
comprueba que todavía hay genocidios,
que en este mundo hoy todavía hay
gente que padece tantas injusticias de
tantos tipos. No aprendemos de las lec-
ciones de la historia: eso es una pena y
me tiene muy decepcionada.

Ochocientos jóvenes impactados

¿Es que nadie llegó a rebelarse contra intento de liberación de poco valió. les explicaba que, días después, cuan-
los nazis en los campos de exterminio? A lo largo de las charlas que ha podido do llegaron los rusos, éstos (se decían
El barracón al que pertenecía Ida sí lo ofrecer en Madrid, Ida provocó un insó- ellas algo decepcionadas) no eran ni
hizo. También la solidaridad funcionó lito impacto en los más de ochocientos tan guapos, ni tan altos ni tan rubios.
en su caso: la solidaridad ejercida día jóvenes que pudieron recoger directa- Y hay más: la profesora de alemán cuya
a día y la promesa compartida de con- mente su testimonio. Ella les ha habla- hora de clase correspondía a continua-
tarle –aquel que tuviera el mero privi- do –hasta donde ha podido- de la ver- ción de una de las charlas de Ida hizo
legio de sobrevivir– al mundo todo el dad que vivió. Pero también les hizo saber que fue imposible dar su clase
horror que habían vivido allí dentro. reír, auténticamente reír: Ida lo consi- de aquel día: los jóvenes estaban abso-
Ella, que trabajó durante su estancia guió cuando les contó que en el lutamente impactados, no dejaban de
en el campo en una fábrica de grana- momento de la liberación, cuando los hacer preguntas y más preguntas...;
das de mano, fue una de las personas soldados americanos se acercaban a esta misma profesora llegó a comentar
que colaboró –con la ayuda de los lla- ellos con caramelos y chicles, y salu- que había notado algo muy llamativo
mados “sonder komandos” (encarga- dándoles con estruendosos “hello”, en los jóvenes: sencillamente, había
dos de los crematorios), curiosamente ellas, las mujeres y las más jóvenes apreciado que los alumnos habían
también judíos– en llegar a hacer estaban absolutamente obnubiladas –y madurado y aprendido mucho más en
explotar una pared a fuerza de ir, día a hasta tímidas– con aquellos “chicos aquellas dos horas escuchando en
día, robando y escondiendo pequeños tan altos, tan rubios y tan guapos”; los directo el testimonio de Ida que duran-
montones de pólvora; aunque aquel estudiantes también reían cuando Ida te los cinco años pasados en el Liceo.

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