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diana: obtener de la vida un sentido Muchos de los mayores que viven solos lo están guiente, no tener a nadie que quiera o
suficiente por si mismo. más por necesidad que por propio gusto. deba ocuparse de la persona que
sufre esta soledad. De hecho, la ten-
Por otro lado, la sensación de saber- to cuando esta se identifica no sólo con dencia dominante en la sociedad
se y sentirse molesto para los demás, pérdida de la estima o consideración actual apunta, en mayor o menor
supone una carga difícil de soportar, social (jubilación), ni con la conciencia medida, a una desconsideración o
sobre todo cuando la persona anciana de ser un estorbo (carga familiar o desentendimiento hacia los mayores
advierte que su condición impide tam- social), sino cuando aparecen figuras salvo en los casos en que estos supon-
bién a los que le rodean, principalmen- más radicales de abandono y/o aisla- gan un interés personal o social
te en los ámbitos familiares, que pue- miento social. El sentido de la soledad importante, es decir, en los casos en
dan gozar de su plena libertad y autono- cobra toda su crudeza cuando se le que haya familia que quiera darles
mía. Es frecuente que, entre los miedos suma el sentimiento de abandono, de calor y cariño, amigos o cercanos que
más aterradores de cara al futuro, se no ser nada ni nadie para los demás, ni velen por el bienestar de los ancianos
descubra escondida esta posibilidad: el para los cercanos (familia sobre todo), solos o grupos e instituciones sociales
temor de ser no sólo inútil, sino de con- ni para los lejanos (la sociedad en gene- (públicas o privadas) que ejercen su
vertirse, además, en una molestia y en ral). Por eso, lo que interpretamos como labor en el campo asistencial, tanto
una carga pesada que otros tendrán que maltrato no es la soledad en sí misma, social como sanitario.
aguantar. Cuántas veces hemos oído sino la soledad producida por el aisla-
proferir por personas cercanas a nuestro miento y el rechazo social. El aisla- Quizá resulte sorprendente hacer
mundo: ¡prefiero morirme a estar pos- miento y el rechazo social lleva también este tipo de afirmaciones, pero no
trado en una cama o demenciado!. Ni frecuentemente al anciano a la desapa- deja de ser un terrible problema cul-
que decir tiene que somos ajenos y con- rición de su propio “soporte social”, lo tural el hecho de que la valoración
trarios a este tipo de juicios, pues más cual significa, entre otras cosas, que va que la sociedad hace de los mayores
bien pensamos que toda persona tiene a sufrir cambios conductuales que sea cada vez menor debido a diversos
derecho a vivir y a ser feliz desde lo que afectarán a su calidad de vida, a su factores perceptivos o hermenéuticos:
es, tiene y puede llegar a ser. integridad psicofísica y a su autonomía identificar vejez con ineficacia, inuti-
personal. lidad, deterioro psicofísico, etc., cate-
Pero también hay que reconocer que gorías, todas ellas que inclinan a pen-
en algunos ambientes familiares se Pero si vivir aislado o abandonado sar que ser anciano equivale, en la
pueden dar situaciones en las que nin- ya supone un gran drama existencial, mayor parte de los casos, a ser una
gún hijo/a puede asumir toda la respon- al menos en muchos casos, el aisla- carga social, política, sanitaria, eco-
sabilidad de atender debidamente a la miento supone, además, cierta sensa- nómica y familiar. En este sentido,
persona anciana. No es falta de cariño ción real de desamparo, de no ser abandonar a un anciano que necesita
ni de buena voluntad, sino que a veces importante para nadie y, por consi- o precisa ayuda y cuidados supone, en
las circunstancias personales o familia- buena parte, una cierta dosis de mal-
res impiden que se realice correcta- trato, no tanto por el bien debido y
mente la atención que necesitan, aun- mal hecho, cuanto por el bien debido
que indudablemente también podemos y no hecho.
encontrarnos casos en los que se les
abandona o se les ignora por falta de Este tipo de imágenes o visiones des-
sensibilidad filial. merecen toda credibilidad, son falaces
en toda su extensión y dificultan un
No es extraño, por tanto, que la sole- acercamiento real, justo y necesario a
dad y el abandono sean los compañeros los derechos fundamentales que este
inevitables y frecuentes de esta etapa colectivo demanda y reclama hoy día.
vital y constituyan uno de los temores Es más, no puede concebirse ninguna
que más asustan y molestan cuando se ética que no parte de la asunción de la
piensa en esa edad, junto con el miedo valía personal de cada una de estas per-
de la pérdida de capacidades mentales sonas mayores, tanto por su dignidad
y la muerte. como seres humanos, como por el valor
de su vida biológica y biográfica (el
Con todo, la soledad de los mayores
comienza a ser entendida como maltra-
Sesenta y más 49
suficiente por si mismo. más por necesidad que por propio gusto. deba ocuparse de la persona que
sufre esta soledad. De hecho, la ten-
Por otro lado, la sensación de saber- to cuando esta se identifica no sólo con dencia dominante en la sociedad
se y sentirse molesto para los demás, pérdida de la estima o consideración actual apunta, en mayor o menor
supone una carga difícil de soportar, social (jubilación), ni con la conciencia medida, a una desconsideración o
sobre todo cuando la persona anciana de ser un estorbo (carga familiar o desentendimiento hacia los mayores
advierte que su condición impide tam- social), sino cuando aparecen figuras salvo en los casos en que estos supon-
bién a los que le rodean, principalmen- más radicales de abandono y/o aisla- gan un interés personal o social
te en los ámbitos familiares, que pue- miento social. El sentido de la soledad importante, es decir, en los casos en
dan gozar de su plena libertad y autono- cobra toda su crudeza cuando se le que haya familia que quiera darles
mía. Es frecuente que, entre los miedos suma el sentimiento de abandono, de calor y cariño, amigos o cercanos que
más aterradores de cara al futuro, se no ser nada ni nadie para los demás, ni velen por el bienestar de los ancianos
descubra escondida esta posibilidad: el para los cercanos (familia sobre todo), solos o grupos e instituciones sociales
temor de ser no sólo inútil, sino de con- ni para los lejanos (la sociedad en gene- (públicas o privadas) que ejercen su
vertirse, además, en una molestia y en ral). Por eso, lo que interpretamos como labor en el campo asistencial, tanto
una carga pesada que otros tendrán que maltrato no es la soledad en sí misma, social como sanitario.
aguantar. Cuántas veces hemos oído sino la soledad producida por el aisla-
proferir por personas cercanas a nuestro miento y el rechazo social. El aisla- Quizá resulte sorprendente hacer
mundo: ¡prefiero morirme a estar pos- miento y el rechazo social lleva también este tipo de afirmaciones, pero no
trado en una cama o demenciado!. Ni frecuentemente al anciano a la desapa- deja de ser un terrible problema cul-
que decir tiene que somos ajenos y con- rición de su propio “soporte social”, lo tural el hecho de que la valoración
trarios a este tipo de juicios, pues más cual significa, entre otras cosas, que va que la sociedad hace de los mayores
bien pensamos que toda persona tiene a sufrir cambios conductuales que sea cada vez menor debido a diversos
derecho a vivir y a ser feliz desde lo que afectarán a su calidad de vida, a su factores perceptivos o hermenéuticos:
es, tiene y puede llegar a ser. integridad psicofísica y a su autonomía identificar vejez con ineficacia, inuti-
personal. lidad, deterioro psicofísico, etc., cate-
Pero también hay que reconocer que gorías, todas ellas que inclinan a pen-
en algunos ambientes familiares se Pero si vivir aislado o abandonado sar que ser anciano equivale, en la
pueden dar situaciones en las que nin- ya supone un gran drama existencial, mayor parte de los casos, a ser una
gún hijo/a puede asumir toda la respon- al menos en muchos casos, el aisla- carga social, política, sanitaria, eco-
sabilidad de atender debidamente a la miento supone, además, cierta sensa- nómica y familiar. En este sentido,
persona anciana. No es falta de cariño ción real de desamparo, de no ser abandonar a un anciano que necesita
ni de buena voluntad, sino que a veces importante para nadie y, por consi- o precisa ayuda y cuidados supone, en
las circunstancias personales o familia- buena parte, una cierta dosis de mal-
res impiden que se realice correcta- trato, no tanto por el bien debido y
mente la atención que necesitan, aun- mal hecho, cuanto por el bien debido
que indudablemente también podemos y no hecho.
encontrarnos casos en los que se les
abandona o se les ignora por falta de Este tipo de imágenes o visiones des-
sensibilidad filial. merecen toda credibilidad, son falaces
en toda su extensión y dificultan un
No es extraño, por tanto, que la sole- acercamiento real, justo y necesario a
dad y el abandono sean los compañeros los derechos fundamentales que este
inevitables y frecuentes de esta etapa colectivo demanda y reclama hoy día.
vital y constituyan uno de los temores Es más, no puede concebirse ninguna
que más asustan y molestan cuando se ética que no parte de la asunción de la
piensa en esa edad, junto con el miedo valía personal de cada una de estas per-
de la pérdida de capacidades mentales sonas mayores, tanto por su dignidad
y la muerte. como seres humanos, como por el valor
de su vida biológica y biográfica (el
Con todo, la soledad de los mayores
comienza a ser entendida como maltra-
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