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ta. Los idiomas no son su fuerte, pero la casa de la madre de mi madre. Y Ese todo arranca con su encuentro
en el fondo fue esa incapacidad para aquí crecí. Es una bonita casa, gran- con Louis Leakey, el hombre que
aprender una lengua extranjera lo que de”, evoca. “En aquellos días, los envió a tres mujeres a estudiar las tres
propició su aterrizaje en la selva. Sin niños podían ser niños. Jugábamos al grandes ramas de primates. Jane Goo-
recursos para pagarse la Universidad y aire libre. No había televisión”. dall, los chimpancés, la primera. Lue-
sin idiomas para lograr una beca, go, Dian Fossey, Lady Gorila, inmorta-
siguió el consejo de su madre y estu- “Siempre me gustaron los animales. lizada en el cine por Sigourney Weaver
dió para secretaria. Y ése fue el Me gustaba mucho montar a caballo, tras ser asesinada por cazadores furti-
empleo que consiguió en Kenia en pero no teníamos dinero para costear- vos. Para Biruté Galdikas quedaron
1957, cuando una amiga la animó a nos las lecciones y me buscaba peque- los orangutanes. “Cuando llegué a
viajar hasta allí, conoció al antropólo- ños trabajos fuera. Limpiaba, traía los Kenia no conocía a Leakey. Alguien
go Louis Leakey y se convirtió en una caballos del campo y a cambio me per- me dijo que si quería saber acerca de
autoridad mundial en chimpancés. mitían cabalgar una vez a la semana. animales tenía que conocerle. Fui a
Mis vecinos tenían una granja. Eran los verle. Me dio una vuelta por el museo
Los Abedules, su casa en Borne- días en que aún se trabajaba con las y me hizo un montón de preguntas.
mouth, es por fuera una vieja cons- manos. Cosechaba patatas. También Yo, que había leído muchos libros
trucción en ladrillo y está acogedora- tenía un perro, Rusty, que venía a sobre África y sus animales y había
mente desordenada por dentro. Una todas partes conmigo”. “A todas par- perdido horas y horas en el Museo de
maleta abierta, tirada en el pasillo, tes”, recalca. “Fue Rusty quien me Historia Natural en Londres, conocía
recibe al visitante; hay montones de enseñó cuántas cosas hay que saber muchas de las respuestas. Me dio tra-
libros, paquetes y objetos de la más para cuidar a los animales y lo espe- bajo como secretaria y me llevó con él
diversa índole aquí y allá, obsequios ciales que son. Fui a la escuela aquí, al luego famoso yacimiento de fósiles
acumulados durante años. Y, cómo en Bornemouth. En aquella época, en el Serengueti, la garganta de Oldu-
no, un perro. Es Poppy, la mascota de habiendo leído los libros sobre Tarzán vai. En aquellos tiempos aún no se
su hermana. “Aquí vivimos seis perso- de los Monos, sabía que cuando cre- había encontrado ningún fósil huma-
nas, pero nunca sabes muy bien quién ciera querría ir a África, vivir con los no. Sólo tigres y otras criaturas”.
está en casa y quién de viaje”, acier- animales y escribir libros sobre ellos.
ta a decir a modo de innecesaria dis- Todos se reían de mí y me preguntaban “No había carreteras”, recuerda.
culpa. La salita, coqueta, no muy que por qué soñaba con algo que nun- “Era un África virgen. Los únicos
amplia, pero soleada, da al jardín y ca podría conseguir. Sólo mi madre seres humanos allí eran los masai.
huele a pueblo: a mediodía, aún flota decía que si uno realmente quiere algo, Fuimos Leakey, su mujer, otra joven
en el ambiente el aroma de la leña si trabaja duro, aprovecha las oportuni- inglesa, yo y unos pocos keniatas. Al
quemada la noche anterior. O quizá dades y nunca se rinde, acabará anochecer, tras trabajar todo el día,
esa misma mañana, temprano. Los encontrando el camino”. volvíamos andando al campamento. Y
retratos de la repisa atestiguan el allí estaban todos aquellos animales:
paso del tiempo. Hay fotos antiguas. Y Cuando acabó la secundaria, dejó cebras, jirafas, antílopes, avestruces.
nuevas: los nietos. Quizá los suyos, los estudios. “No pude ir a la Universi- Fue entonces cuando Louis empezó a
que viven casi todo el año en Tanzania dad porque no podíamos pagarla. Y hablarme de los chimpancés. Creía
pero vienen aquí cada verano. En pri- tampoco podía obtener una beca por- que yo era la persona que había esta-
mera fila está ella, Jane Goodall, salu- que exigían conocer una lengua extran- do buscando durante años. No estaba
dando a Kofi Annan, el secretario jera y nunca fui capaz”, explica. “Mi preocupada por fiestas, ropas, peina-
general de Naciones Unidas. madre me dijo: “¿Por qué no haces un dos y cosas así. Y había cambiado la
curso de secretaria y así podrás traba- ciudad por la jungla”.
“Nací en Londres y a los pocos jar en cualquier sitio del mundo?”. Y
años nos fuimos a Francia porque mi así lo hice y me fui a Londres. Encon- Los chimpancés que Leakey reser-
padre quería que aprendiéramos fran- tré un trabajo. Y luego me llegó la opor- vaba para Jane estaban en Gomi, en
cés”, recuerda, sentada en un sofá de tunidad cuando un viejo amigo de la Tanganica, la actual Tanzania, que
dos plazas que comparte con Crispin, escuela me invitó a ir a Kenia. Dejé había sido una colonia alemana y era
el perezoso perro de su sobrina, hijo Londres, que era muy caro; volví a esta entonces un protectorado británico.
de Poppy. “Pero justo cuando acabá- casa, trabajé como camarera en un Las autoridades se resistían a permitir
bamos de instalarnos en la casa alqui- hotel que había aquí mismo en la que una mujer joven y sola se aden-
lada por mi padre en Le Touquet, esquina y ahorré el dinero suficiente trara en la jungla y tardaron un año en
estalló la guerra y nos volvimos. Vini- para tener un billete de ida y vuelta a dar el permiso, cuando la madre de
mos a esta casa, en Bornemouth. Era África. Así es como empezó todo”. Jane Goodall se comprometió a acom-

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