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bien, pero yo sabía que algo pasaba, por lo que me puse seria y pedí que me mandasen con

           un neuropediatra”,  explica Esther.  En ese momento,  no había en Castilla y León
           neuropediatra, por lo  que les  derivaron a  Madrid, dándoles cita en 6 meses, tiempo  que a

           Esther le parecía una eternidad por lo que pidió consulta en la Clínica Universitaria de

           Navarra, teniendo Pablo en esa  fecha 21 meses. En Navarra no vieron  nada extraño en
           Pablo, por lo que tampoco sirvió de mucho la visita a esta clínica.

                  A los 3 meses, acudieron a Madrid, cuando Pablo tenía ya 2 años. Desde el Hospital La
           Paz, se realizó una resonancia  magnética y se observó una agenesia parcial de vermis

           cerebeloso y una desmielinización difusa. “El doctor que llevaba a Pablo realizó  muchas
           pruebas metabólicas que daban negativo, él pensaba que Pablo tenía CDG  (Desorden

           congénito de la glicosilación). Fueron meses muy duros, porque aunque se veía que el doctor

           se preocupaba, no nos explicaba nada de lo que estaba haciendo a Pablo, en cada revisión
           nos habla de un posible diagnóstico, solo buscaba el origen de la ataxia”, cuenta Esther.

                  Después de esta consulta en Madrid, Pablo fue derivado a Palencia y posteriormente a
           Valladolid, porque en Castilla y León ya contaban con un nuevo neuropediatra. “El doctor de

           Palencia no nos mandaba muchas pruebas porque ya se estaba haciendo en el Hospital La
           Paz, pero nos explicaba perfectamente que es lo que estaba haciendo el doctor de Madrid”,

           dice Esther. En muchas ocasiones, vemos como hospitales realizan diferentes pruebas que

           en otros hospitales ni nos plantean, de ahí la importancia de conocer que hospitales pueden
           dar mejor servicio a las personas afectadas por leucodistrofias  y pedir la derivación a los

           mismos.

                  De nuevo, derivan a la familia a Burgos, su provincia de residencia, porque cuenta con
           un nuevo neuropediatra en ese momento. Aquí le realizan una punción lumbar y una biopsia

           muscular. Indica que  hay alteración mitocondrial, el estudio bioquímico detecta una ligera
           alteración en el completo II + III por lo que parece que ese es el diagnóstico de Pablo.

                  De nuevo en Madrid, la neuróloga que ve a  Pablo, comienza a sospechar de una
           leucodistrofia, por lo que piden examen genético, que se envía a Santiago, junto con una RMI

           y electromiograma, que finalmente confirma el diagnóstico de Síndrome de TACH. Parece ser

           una alteración genética un poco diferente a las encontradas en los TACH, “todos sabíamos
           que Pablo era especial”.

                  “Una vez llega el diagnóstico, me puse en contacto con vosotros para saber más. No
           era la primera vez que me asociaba a una entidad, pero ahora tenía más sentido. Una vez

           hablé con vosotros, me derivasteis al Hospital Niño Jesús”, explica Esther.
                  Además del periplo hasta conseguir el diagnóstico de Síndrome de TACH, Pablo se ha

           enfrentado a varias dificultades. Desde los 5 a los 8 años dejó de crecer, por lo que su madre



           Newsletter CREER Nº 88 Abril 2019                                                                                                                                                            ~ 17 ~
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