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Empiezas a contar tu historia y te das cuenta de un sentimiento que jamás pensarías

            que fuera dirigido a ti en algún momento de la vida. Compasión. Entra en tu vida algo duro
            de digerir, un sentimiento que por tu forma de ser nunca creerías que llegaría a tu vida con

            tal contundencia. La soledad. Sintiéndote así no puedes bajar la guardia. Esa personita

            que ves que hace todo lo posible para salir adelante necesita toda tu ayuda. Te motiva
            para convertir esa soledad en lucha. Una lucha que te identifica con otras personas que

            están en tu misma situación. Quieres que aunque el camino va a ser diferente tenga la

            misma  meta  que  tienen  otras  personas  que  no  viven  con  una  enfermedad  rara.  Una
            calidad de vida digna para tu hija y para tu familia. Cumplir con tus deberes como individuo

            y  como  miembro  de  una  sociedad  donde  los  deberes  y  derechos  están  por  escrito  y
            claros. Pero poco a poco te vas dando cuenta de que esos derechos no son para cierto

            colectivo,  a  un  colectivo  al  que  desde  ya  perteneces,  al  colectivo  de  personas  sin
            diagnóstico y con una enfermedad rara.

                  Decides salir del anonimato. Utilizar todos los medios a tu alcance para hacerte oír.

            Visitas asociaciones que trabajan para las personas con enfermedades raras. Te motivan,
            te orientan, te trasmiten, y en mi caso particular, te tratan. Gente que en lo más profundo

            de mi corazón agradeceré que estén en este mundo. Un mundo que no está preparado
            para las enfermedades raras, sin diagnóstico, discapacidades y necesidades de personas

            con problemas de movilidad o problemas más graves de comunicación.
                  Empiezas a ver cómo el pensar en un diagnóstico se va haciendo más lejano. Las

            asociaciones ya tienen nombre. No tenemos cabida en casi ninguna. Se han movilizado y

            se han unido. ¿Y por qué nosotros no?
                  Empiezas  a  moverte  y  logras  contactar  con  medios  de  comunicación  que  por

            circunstancias están interesados en tu historia. Unos te dan su ánimo. Otros dan la noticia

            como  una  más.  Otros  se  sorprenden  de  cómo  llegan  a  estar  en  abandono  total  un
            colectivo que tiene el mismo derecho que otros a tener una mínima calidad de vida. Otros

            optan por hacer oídos sordos al problema porque se lo prohíben los responsables para los
            que trabajan. Es cuando aprovechas cualquier momento para hacerte oír o moverte donde

            puedas  para  que  se  sepa  que  las  personas  con  enfermedades  raras  o  sin  diagnóstico
            están  siendo  abandonadas  por  el  estado.  Por  los  responsables  políticos  que  prometen

            pero  que  luego  cierran  su  puerta  a  cualquier  recordatorio  de  su  compromiso  con  los

            afectados. Es triste pero es así. Llegas a ser incómodo por ejercer tu derecho a la libre
            expresión. Molestas. Dices lo políticamente incorrecto, que es lo que no quieren oír. Que

            les recuerdes que trabajan para el bienestar de los ciudadanos y que las personas con





           Newsletter CREER Nº 68 Abril 2017                                                                                                                                    ~ 24 ~
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