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za que encierran, su originalidad y La Piedad de Roger van der Retratos de Moro, El Greco,
su rareza. Weyden se asienta en la tercera sala Sánchez Coello, Orrente y de
junto a las obras moralizantes de El Velázquez, como su Francisco Pacheco,
La constante invitación al público Bosco y el interés humanista por el protagonizan la sexta sala. Función
a mirar las pinturas expuestas a través mundo físico de Patinir. En este ámbi- importante de la pintura en el siglo
de recursos expositivos diferentes a
los habituales como ventanas, San Juan Bautista con el Cordero XVI fue la de copiar en pequeño
“cámaras oscuras” o el colgado Andrea del Sarto grandes cuadros de altar, para
de las obras, que están a la disfrutar de ellos en un ámbi-
altura de los ojos del visitante, Óleo sobre tabla, 23 x 16 cm to privado. Es el caso de dos
permitirá disfrutar en “priva- Madrid, Museo Nacional del Prado copias de originales de Corregio
do” y en detalle de este Prado, incluidas en esta sala y que se
exquisito y concentrado, que no to puede verse también el Autorretrato muestran junto a la delicada
siempre goza de la posibilidad de de Durero, a través del cual se eviden- Virgen con el Niño y san Juan del
exponerse o que, aún expuesto, cia el cambio de orden y cómo a partir gran maestro.
encuentra dificultad para captar de ahora el artista nunca más será un
su atención. Un resumen de siervo. Rubens aparece como pro-
la excelencia contenida en las tagonista de una sala dedica-
colecciones del Museo en su más La presencia de Felipe II domina da a las series como la de Los
mínima y particular expresión. el cuarto espacio dedicado a la escul- Sentidos en la que colabora con
tura para ocupar espacios íntimos Jan Brueghel el Viejo o la serie
Precisamente, con el fin de como Meleagro de Cosini o el relieve de preparatorios para las pin-
asegurar la idónea apreciación de Francisco I de Medici. La influencia turas de la Torre de la Parada
de estas bellezas encerradas, el de Durero también se deja ver en esta que han recuperado todo su
Museo ha hecho un extraor- sala con una copia en marfil de su exquisito colorido y dinámico
dinario esfuerzo para restau- famoso grabado de Adán y Eva. movimiento gracias a su reciente
rar más de setenta obras de restauración.
la exposición. Algunas de estas En la quinta sala, una copia
obras, unas cincuenta, no se romana de Afrodita da paso al orden La octava sala despliega
habían visto en los últimos años clásico de Rafael y Andrea del Sarto bodegones y floreros que evi-
y cobrarán un inusual protago- y a las diferentes interpretaciones dencian el concepto de vanitas
nismo en esta exposición. del arte de la escuela italiana: el colo- que subyace en el arte del siglo
CONTENIDO rido y lujo veneciano de Veronese XVII. Los recientemente restau-
DE LAS SALAS frente al claroscuro de los Bassano rados Pájaros muertos emergen
y el manierismo del norte junto al tras su limpieza bajo una solem-
Una copia de época roma- naturalismo clasicista de Carracci o ne hornacina de fondo antes no
na de Palas Atenea en már- Guido Reni. visible, y se contemplan junto al
mol blanco, reducida del original de no menos impresionante fondo
Fidias para el Partenón de Atenas, oscuro del Agnus Dei de Zurbarán.
recibe al espectador como diosa de Un pequeñísimo retrato de Mariana
la Sabiduría y las Artes para presidir de Austria pintado por un anónimo a
el esquema expositivo de las 16 salas partir de las facciones que de ella dejó
restantes que conforman la muestra. Velázquez cierra esta sala y recuerda
que entre los atributos de las reinas
Su sala contigua abre el camino estaban las flores, dando paso así a
del arte en pequeño formato con la novena sala, que toma carta de
una cruz de cristal de roca, cobre y naturaleza.
marfil del siglo XIV. La precede La Aquí desaparecen las histo-
Anunciación de Fra Angélico, que se rias como en el Paisaje de Brueghel
sitúa, por vez primera, a la altura de el Viejo y el Paisaje con cascada de
los ojos del visitante, adquiriendo Dughet, hasta llegar a la indepen-
así un protagonismo inusual. Junto dencia total del género que culmina
a ella, pequeños cuadros de devoción en las espléndidas Vistas de la Villa
como la recién adquirida tabla france- Medici de Velázquez, que nunca antes
sa La oración en el huerto con el donante se habían podido contemplar con
Luis I de Orleans. En esta misma sala y el recogimiento que ofrece el mon-
a través de unas ranuras en el muro, el taje de la exposición. Dos obras de
visitante concentrará su mirada en las Claudio de Lorena y Domenichino
moralizantes escenas pintadas por los recuerdan el concepto de “paisaje
Aspertini en los frontales de sendos clásico” que recrea el mundo anti-
arcones de boda. guo, y la Torre de Babel del flamenco
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su rareza. Weyden se asienta en la tercera sala Sánchez Coello, Orrente y de
junto a las obras moralizantes de El Velázquez, como su Francisco Pacheco,
La constante invitación al público Bosco y el interés humanista por el protagonizan la sexta sala. Función
a mirar las pinturas expuestas a través mundo físico de Patinir. En este ámbi- importante de la pintura en el siglo
de recursos expositivos diferentes a
los habituales como ventanas, San Juan Bautista con el Cordero XVI fue la de copiar en pequeño
“cámaras oscuras” o el colgado Andrea del Sarto grandes cuadros de altar, para
de las obras, que están a la disfrutar de ellos en un ámbi-
altura de los ojos del visitante, Óleo sobre tabla, 23 x 16 cm to privado. Es el caso de dos
permitirá disfrutar en “priva- Madrid, Museo Nacional del Prado copias de originales de Corregio
do” y en detalle de este Prado, incluidas en esta sala y que se
exquisito y concentrado, que no to puede verse también el Autorretrato muestran junto a la delicada
siempre goza de la posibilidad de de Durero, a través del cual se eviden- Virgen con el Niño y san Juan del
exponerse o que, aún expuesto, cia el cambio de orden y cómo a partir gran maestro.
encuentra dificultad para captar de ahora el artista nunca más será un
su atención. Un resumen de siervo. Rubens aparece como pro-
la excelencia contenida en las tagonista de una sala dedica-
colecciones del Museo en su más La presencia de Felipe II domina da a las series como la de Los
mínima y particular expresión. el cuarto espacio dedicado a la escul- Sentidos en la que colabora con
tura para ocupar espacios íntimos Jan Brueghel el Viejo o la serie
Precisamente, con el fin de como Meleagro de Cosini o el relieve de preparatorios para las pin-
asegurar la idónea apreciación de Francisco I de Medici. La influencia turas de la Torre de la Parada
de estas bellezas encerradas, el de Durero también se deja ver en esta que han recuperado todo su
Museo ha hecho un extraor- sala con una copia en marfil de su exquisito colorido y dinámico
dinario esfuerzo para restau- famoso grabado de Adán y Eva. movimiento gracias a su reciente
rar más de setenta obras de restauración.
la exposición. Algunas de estas En la quinta sala, una copia
obras, unas cincuenta, no se romana de Afrodita da paso al orden La octava sala despliega
habían visto en los últimos años clásico de Rafael y Andrea del Sarto bodegones y floreros que evi-
y cobrarán un inusual protago- y a las diferentes interpretaciones dencian el concepto de vanitas
nismo en esta exposición. del arte de la escuela italiana: el colo- que subyace en el arte del siglo
CONTENIDO rido y lujo veneciano de Veronese XVII. Los recientemente restau-
DE LAS SALAS frente al claroscuro de los Bassano rados Pájaros muertos emergen
y el manierismo del norte junto al tras su limpieza bajo una solem-
Una copia de época roma- naturalismo clasicista de Carracci o ne hornacina de fondo antes no
na de Palas Atenea en már- Guido Reni. visible, y se contemplan junto al
mol blanco, reducida del original de no menos impresionante fondo
Fidias para el Partenón de Atenas, oscuro del Agnus Dei de Zurbarán.
recibe al espectador como diosa de Un pequeñísimo retrato de Mariana
la Sabiduría y las Artes para presidir de Austria pintado por un anónimo a
el esquema expositivo de las 16 salas partir de las facciones que de ella dejó
restantes que conforman la muestra. Velázquez cierra esta sala y recuerda
que entre los atributos de las reinas
Su sala contigua abre el camino estaban las flores, dando paso así a
del arte en pequeño formato con la novena sala, que toma carta de
una cruz de cristal de roca, cobre y naturaleza.
marfil del siglo XIV. La precede La Aquí desaparecen las histo-
Anunciación de Fra Angélico, que se rias como en el Paisaje de Brueghel
sitúa, por vez primera, a la altura de el Viejo y el Paisaje con cascada de
los ojos del visitante, adquiriendo Dughet, hasta llegar a la indepen-
así un protagonismo inusual. Junto dencia total del género que culmina
a ella, pequeños cuadros de devoción en las espléndidas Vistas de la Villa
como la recién adquirida tabla france- Medici de Velázquez, que nunca antes
sa La oración en el huerto con el donante se habían podido contemplar con
Luis I de Orleans. En esta misma sala y el recogimiento que ofrece el mon-
a través de unas ranuras en el muro, el taje de la exposición. Dos obras de
visitante concentrará su mirada en las Claudio de Lorena y Domenichino
moralizantes escenas pintadas por los recuerdan el concepto de “paisaje
Aspertini en los frontales de sendos clásico” que recrea el mundo anti-
arcones de boda. guo, y la Torre de Babel del flamenco
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