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Vivir en una residencia como en tu propia casa
María del Carmen –comenta Benig-
na Rodríguez, directora de la resi-
dencia de Parque Almansa– es una
residente ejemplar. A sus 86 años
acude regularmente al fisioterapeu-
ta, escucha las recomendaciones del
médico y participa activamente con
el resto de residentes. “Aquí saben
adaptarse a las necesidades de cada
uno y esa atención personalizada es
una de las distinciones frente a los
demás centros residenciales”, opina
Benigna Rodríguez.
“¿Sabe lo que me encanta?” Nos
dice: “Coger el libro que estoy le-
yendo –Tiempo de cenizas, de Jorge
Molist– y sentarme junto al ventanal
mientras veo pasar a toda la juventud
camino de la universidad. Me siento
más joven de lo que soy por esa in-
dependencia que siento”. Y mientras
sonríe acaricia la mano de la directo-
ra al susurrarla “que la felicidad y la
paz están bajo este techo”.
La habitación de Emilia González
María del Carmen Ruiz se ha llevado incluso los cuadros pintados por su hija a su habitación
en la Residencia Valdeluz de Torre-
lodones, otra localidad de Madrid,
está llena de recuerdos. Así lo quiso
desde que abrió la puerta de su nue-
va casa. “Todo me lo he traído de mi
casa, hasta la ilusión”, asegura. La
estantería que nos enseña está hecha
por su marido; los cuadros que cuel-
gan en el rincón más vistoso de la
habitación “están pintados por mis
hijos”. La dirección de estos centros
residenciales tiene claro que el “ob-
jetivo de la vivienda es proporcionar
un medio ambiente a la familia que
permita a sus miembros satisfacer
sus necesidades individuales básicas
en lo referente a la alimentación, el
sueño, la higiene, el ocio y la diver-
sión, así como a sus variadas necesi-
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