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                           El trazo del lapicero convertido en arte



                            Julián Zabaleta, “Yulen”






             Fotos y textos: Reina G: Rubio


                    El primer recuerdo que
                    tiene de ese instrumento
                    que ahora tan bien mane-
                    ja, un lápiz, es ya muy
                    lejano, cuando tenía seis
           Eaños y era un niño que
           correteaba por uno de los pueblos
           Gipuzkoanos, Elgoibar, situado en la
           cuenca del bajo Deba. Poco se ima-
           ginaba aquel niño que esos paisajes
           iban a sufrir el gran desarrollo indus-
           trial de los años de los años 60 y el
           nombre de ese pueblo seria famoso y
           conocido en todo el mundo por sus
           fabricas de máquina herramienta;
           cuando Julián era un niño aún era
           una zona rural donde todos los veci-  Julián con un dibujo de Elgoibar realizado por él.
           nos se conocían y donde los niños
           iban a la única escuela del pueblo,  Una cartulina y un sencillo   cano…. Dibujos realistas hasta el últi-
           una escuela rural llevada por una                                  mo detalle, llenos de sorpresas, de
                                            lápiz que guía con destreza
           maestra que les enseñaba todos los                                 luces y de sombras, dibujos que son
                                            y trazo firme, y esas mar-
           conocimientos que ella poseía.                                     como una fotografía para la que no se
                                            cas, poco a poco, se van
             Es en esa escuela, “mi universi-                                 ha utilizado cámara alguna sino la
           dad”, como dice Julián, es donde  transformando en edificios       mina de un humilde lapicero.
           este artista tiene el primer recuerdo  y paisajes. Algunos siguen
           de un lapicero, “un trozo de madera  ahí, otros se fueron para     SU ELGOIBAR NATAL
           con una punta curva, como un bas-  siempre y sólo existen en la
           tón” y fue un amor a primera vista,                                  De esa pasión por el dibujo y de
                                            memoria de quienes los
           un flechazo que aún dura, cuando                                   esas manos de pulso vigoroso poco a
                                            conocieron aunque gracias
           Julián ya tiene ochenta y ocho años                                poco, día a día, se fue gestando un
           pero sigue conservando el pulso fir-  al talento de este genial    libro que recoge, en textos y fotogra-
           me y la vista perfecta, “a pesar de  artista han alcanzado la      fía, esa historia cercana que tienen
           que soy daltónico y no distingo los  inmortalidad al quedar atra-  todos los pueblos, esa historia a la
           colores”. Todas las mañanas, en un  pados para siempre en una      que a veces no se da importancia
           ritual de arte, Julián saca de su caja                             pero que al final es patrimonio, no
                                            lámina o entre las páginas
           a su portaminas y coge una lámina                                  solo de un determinado pueblo, sino
                                            de un libro.
           para dibujar, minuciosamente, ermi-                                de toda la humanidad. “Elgoibar ayer
           tas, edificios de su entorno más cer-                              y hoy” escrito por Pello Arrieta e ilus-


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