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pre aparece un chico o una chica con La mirada de Adelina es dulce, aglomeraciones, ni los fastos. En
inquietudes, y eso me emociona y mezcla de ingenuidad y sinceridad, de muchos momentos de la conversación,
anima a perseverar. El problema es satisfacción y esperanza. Los vecinos habla como una niña aplicada que
que, muchas veces, el chaval choca de Monzón la han felicitado por la recita la lección memorizada y com-
con la incomprensión de sus padres. Medalla (“te he visto en la televisión, prendida. Nunca se pierde en recove-
Esto es así. En general, ayudamos a enhorabuena”, le dice Chema, el cos. Sólo cuenta lo que sabe. Tiene 60
encontrar trabajo o le facilitamos a camarero que le sirve un cortado a años y le queda el buen sabor de boca
alguien la consecución del carné de media tarde en la cafetería que hay de miles de horas compartidas con los
conducir. También gestionamos frente a su casa) y el aluvión de llama- niños. Ya ha olvidado las lágrimas que
becas. A mí me llaman para dar char- das de los periodistas la ha dejado le provocó alguien que, con toda segu-
las en las jornadas culturales y expli- “aturdida”. Hubiera preferido una rue- ridad, había leído y luchado menos
car mi experiencia en el campo de la da de prensa “para todos” al rosario de que ella. Ayerbe y Olsón quedan lejos.
educación”. entrevistas al teléfono. No le van las Adelina quería ser maestra, no modis-
ta, y cumplió con su parte. En el rever-
so de la Medalla de Oro, bien podría
“Dedico este honor al pueblo gitano leerse: “El mérito de haber luchado
por un sueño”. En ocasiones, la utopía
y a los que luchan por la igualdad está a la vuelta de la esquina. De ello
saben mucho los pioneros y rebeldes.
de mujeres y hombres” Como Adelina Jiménez.
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