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Consiguió el título en la Escuela de
Magisterio de Huesca, estuvo un año
en prácticas en la “escuela aneja” y,
fiel a su promesa de no defraudar al
protector, aprobó las oposiciones. Su
primer destino fue Olsón, una aldea
de la comarca altoaragonesa de
Sobrarbe, tierra particularmente
espartana en aquellos años, de parca
economía agropecuaria, crudos invier-
nos y mínima densidad demográfica, y
que ha reverdecido en las últimas
décadas merced al turismo. Allí per-
maneció tres años. “Algún fin de
semana que me iba a Huesca, a la
vuelta me venían a buscar en burro al
mesón de Ligüerre de Cinca, que está
en la carretera de Barbastro a Aínsa, y
lo curioso es que la única que le tenía
miedo al animal era yo, que soy gita-
na. Los lugareños se reían. Cuando
me fui cerraron la escuela. Había
pocos niños. Aquello era bastante
duro y solitario”.
TODAS LAS MATERIAS
A la aldea de Sobrarbe le siguie-
ron el colegio “General Solans” de
Albalate de Cinca, localidad de más
de un millar de habitantes y bien
comunicada (no era preciso utilizar
caballerías para enlazar con el auto-
bús de turno), donde estuvo diez
años, y el colegio “Aragón” de Mon-
zón (20 años). Esta última ciudad es
la capital de la comarca del Cinca
Medio y gran foco industrial de la
provincia. En la raya de los 15.000
habitantes en el último tercio del
siglo pasado, a ojos de Adelina tenía
visos de “gran urbe” comparada con
Olsón. Jesús Caldera entrega a Adelina Jiménez la medalla de Oro al Mérito en el Trabajo
La maestra gitana, al igual que sus altura de miras y padres “escépticos” como eres si les das buen trato y
compañeros, impartía todas las y sobrados de prejuicios, si bien hay cariño, sino ante algún compañero y
materias, y donde se encontraba más que señalar que fueron los menos. algún padre. Lo mejor de todo es que
a gusto era en clase de Lengua y Dice Adelina: “Yo tenía que demos- al final siempre nos hacíamos ami-
Literatura. “Siempre me ha gustado trar constantemente mi valía, mi pro- gos. Ha habido ratos de lágrimas,
leer”, apunta. En el devenir cotidia- fesionalidad, porque dudaban, pero para qué lo voy a callar, pero el
no no faltaron los “roces” con algu- no ante los niños, que están limpios balance general es bueno. Estoy
nos colegas de profesión de poca de manías y enseguida te aceptan tal satisfecha. Ahora hay más maestras
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