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no se puede defender, tendrá que aco- a seguir viviendo. Afortunadamente, desahogarme. Por un lado, uno se
modarse a lo que sea. Pero este dolor tengo todavía otros hijos, nietos y biz- queda más tranquilo rememorando
moral es muy triste, y está situación nietos a quien cuidar. Y María Teresa, todo lo que uno ha vivido y, por otro,
me está afectando mucho. mi mujer, es mi mayor apoyo. como la memoria ya flaquea, me sirve
— ¿De dónde saca tantas fuerzas para — ¿Qué hace ahora que se ha retirado para recordar cosas que por la edad,
seguir viviendo? definitivamente de la vida política? podría fácilmente olvidar. Lo que no
Tengo la suerte de tener muchos ami- Escribo mucho. No es que vaya a hago es renunciar a las conferencias
gos que me demuestran afectos de escribir mis memorias, que nunca lo que me proponen, aunque supongan a
amistad y de consuelo. Esto me ayuda haría, pero la escritura me sirve para veces un gran sacrificio y un esfuerzo.
Sería peor quedarse encerrado en casa
y esperar a que llegara la muerte.
— Usted es un hombre muy religioso,
¿cómo le ayuda Dios a soportar ese
dolor que está sufriendo?
Quisiera ser más religioso y no tener
dudas de ningún tipo. Sin Dios, a
quien acudo con mucha frecuencia, la
vida sería muy dura de soportar. Hay
que pensar que todo cuanto a uno le
ocurre es porque Dios lo quiere, y por
algo será. Nada en la vida sucede por-
que sí, y todas las cosas tienen un sig-
nificado de lo que hay que aprender y
sacar consecuencias.
— ¿Hay algo en la vida de lo que tenga
que arrepentirse?
Siempre hay de que arrepentirse, y en
eso está la salvación del ser humano.
El que cree que es perfecto, que no se
ha equivocado nunca, que no tiene
nada que recriminarse, está pecando
contra la ley de Dios. Yo me he equi-
vocado muchas veces, y la única
esperanza que tengo, es no haberlo
hecho con mala fé. Pero eso a mí no
me sirve de consuelo. Antes prefiero
equivocarme yo, y así evitar que se
equivoquen los demás.
— Su andadura por la vida es parecida
a la de un caballero andante que lucha
para deshacer entuertos.
Creo que exagera usted bastante. La
lealtad es un sentimiento muy impor-
tante que he intentado cultivar siem-
pre. El Ejército, al que tengo el honor
de haber servido, me ha enseñado
valores morales y éticos que hoy, des-
graciadamente, se están perdiendo.
Mi meta ha sido aplicar esos valores
“La Reina doña Sofía es un ser excepcional”
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