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confianza y la sinceridad. Las decisiones
que se van tomando a lo largo del proceso
son fruto del consenso entre el paciente y
el equipo que le atiende. En ese sentido,
se incorpora, de algún modo, a la familia
al equipo asistencial haciéndola partícipe
de los objetivos terapéuticos y de la
manera de aplicarlos. Encarna Pérez Bret,
enfermera de Laguna, señala que “la
familia es esencial para llegar al paciente
y la necesitamos, por eso el cuidador es
también objeto de nuestro cuidado.
Tenemos que conseguir que descansen,
se distraigan y no se sientan culpables en
ningún sentido”.
En estas situaciones se da con mucha
frecuencia lo que los especialistas llaman
“conspiraciones de silencio”; barreras que
se establecen en torno a la verdad del
padecimiento por parte del enfermo,
familia o ambos para autoprotegerse del
dolor. Se actúa como si nada ocurriera y
son muy negativas porque fomentan el
distanciamiento entre el paciente y su
familia y conducen a un estado de
aislamiento emocional que incrementa el
sufrimiento. “Las conspiraciones de
silencio” se producen porque la familia
cree que va a proteger al enfermo y no
dice nada y, el enfermo cree que va a
proteger a la familia y tampoco dice
nada. Es esos momentos –señala Raquel
Puerta– es necesario que el enfermo
pueda hablar con alguien que sepa la
realidad igual que él y la acepte y afronte.
Es doloroso pero hay que hacerlo porque
así se podrá planificar el futuro inmediato
y se evitarán los duelos complicados”.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN
La corta expectativa de vida en estos
enfermos hace que con frecuencia su
ánimo sea inestable y se produzcan
alteraciones en su conducta. El alivio de los
síntomas es la primera línea de actuación
en los Cuidados Paliativos pero, en
prácticamente todos los casos, va unido al
apoyo psicológico y a la comunicación
fluida entre el paciente y sus cuidadores.
Magdalena Sánchez cuenta que “es difícil
de controlar el dolor físico si no somos
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