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UN DÍA EN LA VIDA DE MI NIETO POL

                                                           Cualquier día de la semana, de lunes a viernes, mi
                                                           hija Xenia, madre de Ana de 8 años y de Pol de 5

                                                           años, los despierta a las siete y quince minutos de

                                                           la mañana con besos y carantoñas. Hay que tener
                                                           tiempo  suficiente  para  despertarse,  lavarse,

                                                           vestirse  y  desayunar  antes  de  salir  hacia  la
                                                           escuela, que se encuentra a 15

           minutos de casa, pues de vez en cuando se hacen los remolones. Ahora bien, antes de salir,

           Pol  necesita  una  protección  adicional  dada  su  enfermedad  genética,  diagnosticada  a  los  8
           meses mediante analítica del ADN. Se denomina XERODERMA PIGMENTOSUM (abreviado

           XP) y es una enfermedad que se encuentra en el grupo de las llamadas enfermedades raras o
           minoritarias, que requiere la protección total de los rayos ultravioleta (UV) del sol y de otras

           emanaciones  de  luz.  Gracias  a  las  protecciones,  ya  no  ha  vuelto  a  sufrir  los  episodios  de

           quemaduras en la piel que sufrió años atrás, antes de ser diagnosticado.
                  Así pues, la madre le aplica la crema protectora en brazos y manos, en la cara, orejas y

           cuello. No importa la estación del año en la que nos encontremos, que su ropa, los pantalones,

           la cazadora y las camisetas de manga larga, deben ser lo más tupida posible. Después se
           coloca las gafas de sol, pues la XP, provoca sensibilidad a la luz y por último su gorra tipo safari,

           estas que protegen la nuca, en la que hemos adaptado un plástico protector de UV. Ahora ya

           pueden salir hacia la escuela y Pol sin correr riesgos.
                  El ir y volver de la escuela requiere otro tipo de protecciones de las que hay que proteger

           la personalidad de Pol. Sobre todo las miradas, no tanto de los pequeños, como de los adultos.

           Miradas escrutadoras, interrogadoras en la mayoría de casos porque los adultos no se atreven,
           seguramente por temor a molestar, a preguntarnos el por qué de esta protección, que muchas

           veces sólo mirando la gorra, piensan que se trata de un disfraz. En aquellas pocas ocasiones

           Newsletter CREER Nº 86 Febrero 2019                                                                                                                                 ~ 20 ~
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