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Frutos secos, fuente energética de origen prehistórico

            ue hace unos años, estando    distraer gran parte de su tiempo,   Una gran riqueza nutricional
        Fvisitando el Mercado de las      al tener sus necesidades alimen-
        Especies, de la ciudad de Estam-  tarias cubiertas, para la realiza-  Son muchos los alimentos que
        bul, al ver las grandes sacas de   ción de objetos de lujo, que co-  entran dentro de lo que conoce-
        frutos secos que, desde diferen-  mercializaban con otros pueblos    mos como “frutos secos”; pero
        tes lugares de Anatolia, llegaban   costeros. La ingesta de frutos se-  los más importantes y más cono-
        a diario, y luego, debidamente    cos, que formaba parte esencial    cidos son diez: Por orden alfabé-
        colocados a los extasiados ojos   de su dieta alimenticia, les ga-   tico: almendra, avellana, bellota,
        de una variopinta clientela, no   rantizaba una excelente  calidad   cacahuete, castaña, nuez, piñón,
        tardé en comprender la impor-     de vida, permitiéndoles alcanzar   pipas (de girasol y de calabaza),
        tancia que, para los pueblos del   un horizonte existencial verda-   y pistacho. Todos ellos forman
        Mediterráneo, ha tenido siempre   deramente asombroso para la        parte de la familia gastronómica
        el consumo de avellanas, pista-   época. Hay datos demostrables      que enriquece nuestra tradicio-
        chos, nueces, almendras y pipas   que el hombre de Cro-Magnon,       nal dieta mediterránea, la mejor
        de girasol…; entre otros muchos   hace 12.000 años, ya consumía      del mundo, que, desde hace po-
        alimentos que nos llegaron a la   frutos secos.                      cos meses, está amparada por la
        península Ibérica en diferentes
        momentos de nuestra historia;
        algunos de ellos, en tiempos an-
        tiguos y otros, durante los siglos
        medievales, gracias a los árabes.

        Pero la sorpresa me la llevé re-
        cientemente, visitando el Parque
        Arqueológico de las Minas de
        Gavá, en la provincia de Barce-
        lona, al entrar en una zona que
        ya ha sido bautizada como “Jar-
        dín Neolítico”, donde se ha recu-
        perado una flora que se remonta
        a tiempos prehistóricos; en ella,
        además de arbustos como el vi-
        burno, el madroño y plantas
        aromáticas como el romero y
        la salvia, no faltan almendros y
        encinas. Informaciones que me
        confirmaron poco después, al
        recorrer el citado yacimiento, y
        hablar con los arqueólogos y pa-
        leontólogos responsables, quie-
        nes me mostraron almendras y
        bellotas fosilizadas, junto a pe-
        queños recipientes de cerámica,
        aseverando que se trataba de ali-
        mentos que, hace unos 6.500 y
        7.000 años, formaron parte de la
        dieta de aquellos grupos huma-
        nos, dedicados a la elaboración
        de cuentas de collar y brazaletes
        –para hombres y mujeres– con
        variscita, las atractivas piedras
        verde turquesa que extraían de
        aquellas minas. Con todo ello,
        es fácil deducir que se trataba
        de grupos humanos que podían

                                                                                       Más información   47
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