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en que, de joven, se conoce el tema de “La poesía sigue siendo necesaria,
la muerte; cuando uno sabe que algún como lo son la música, el reposo
día le puede tocar a él, la vida cambia. o la serenidad para pensar”
Pero la vejez no es una enfermedad a
menos que se esté enfermo. Los hue-
sos ya no están tan firmes, pero no por
eso hay que apartarse del mundo.

— El tiempo añade madurez y sabiduría.
Sí, pero además las personas mayores
deben preocuparse por tratar de
adquirir más cultura. Y cuando dejen
de trabajar deben familiarizarse con
Internet si no lo han hecho antes, para
no quedarse fuera de cosas que les
pueden interesar: un museo que no
han visitado, la biografía de alguien
que quisieron conocer... No deben
permitir que les aparten de la vida.

— ¿Se tiene la edad de la mente?
Desde luego. A mí no me gusta que
una persona mayor diga “en mi tiem-
po...”; su tiempo también es el de
ahora. Si el Papa, a su edad y con pro-
blemas de salud, puede continuar diri-
giendo nada menos que la Iglesia
Católica... En Madrid hay una gran
poetisa, Concha Lagos, que está en
una residencia; ha tenido una vida muy
activa, durante la posguerra llevó una
editorial; está allí por otras circunstan-
cias más que por su estado. Las perso-
nas que viven en las residencias de
mayores no deben aceptar estar fuera
del mundo, es bueno que tengan a su
disposición un móvil y un ordenador;
en muchas bibliotecas de pueblo hay
diez o quince ordenadores. Y que se les
enseñe a manejarlos. Que no vayan del
dormitorio al desayuno, del desayuno a
la comida, de la comida a la tele...

— ¿Qué opina de las residencias?
Me parece terrible que cualquier per-
sona vaya a parar a una residencia. Yo
me crié con abuelas y aprendí mucho
de ellas; sólo con el tiempo te das
cuenta de la importancia que tiene el
haber pasado la infancia en compañía
de una persona mayor. Comprendo que

Sesenta y más 17
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