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CONSTRUIR RESILIENCIA: FACTOR DE


                                                 PROTECCION  EN ENFERMEDADES RARAS


                                                 Yolanda Ahedo Infante, pedagoga del Creer




                                                      En  Física,  el  término  RESILIENCIA  define  la  propiedad  que  presenta  un  cuerpo  para
                                                  responder a un impacto, y se expresa mediante un valor que cuantifica la resistencia o fragilidad

                                                  de ese cuerpo. Cuando un cuerpo posee alto grado de resiliencia significa que su fragilidad es
                                                  menor.  Desde  este  campo,  el  término  resiliencia  es  adoptado  por  la  Psicosociología  y  la

                                                  Psicopedagogía,  generalizándose  su  uso  para  designar  la  capacidad  del  ser  humano  para
                                                  enfrentarse  a  situaciones  que,  por  su  naturaleza,  pueden  generar  desajuste  emocional,  social,

                                                  psicológico  y/o  vital    permitiéndole  afrontarlas  con  éxito  y,  más  aún,  salir  fortalecido  tras  una
                                                  experiencia traumática que se incorpora, sin programación previa y sin aviso, a su trayectoria de

                                                  vida.

                                                      Vista así la resiliencia puede parecer una capacidad que se posee por fortuna, o no se posee,

                                                  algo  fruto  del  azar,  como  se  puede  ser  rubio  o  alto,  o...,  instaurándonos  en  la  resignación  de
                                                  considerar que cada uno de nosotros “somos como somos” y sólo cabe exclamar ¡afortunado el
                                 EDITORIAL
                                                  que la naturaleza dotó de resiliencia!; sin embargo, esta reflexión quiere romper este molde mental
                                                  y considerar al ser humano dotado de una capacidad, de una habilidad, que como tal puede ser

                                                  reeducada,  mejorada  o  desarrollada,  tal  y  como  el  ser  humano  practica  y  domina  cualquier
                                                  destreza: a través del hábito y la práctica reiterada.


                                                      La  construcción  de  la  resiliencia,  aprovechando  el  símil  de  “la  casita”  que  popularizara
                                                  Vanistendael en sus publicaciones y trabajos, arranca de la aceptación total de la persona, como

                                                  puerta  de  acceso  y  a  la  vez  cimientos  sobre  los  que  asentar  algunos  elementos  claves  en  el
                                                  desarrollo de la capacidad de resiliencia: el apoyo de la familia, el grupo de iguales, apoyo del

                                                  entorno, autonomía y autodeterminación.


                                                      ¿Cómo mejorar nuestra resiliencia? ¿Cómo fomentar y educar la resiliencia?,…
                                                  Desde  la  introspección:  cuando  nos  preguntamos  y  somos  capaces  de  darnos  respuestas

                                                  honestas.
                                                  Desde  la  independencia  emocional:  cuando  somos  capaces  de  establecer  cierta  distancia
                                                  emocional y física entre nosotros y los problemas

                                                  Desde  los  lazos  afectivos  y  las  relaciones  sociales,  desde  la  relatividad,  desde    la  creatividad,
                                                  desde el humor, desde la autoestima,… todos ellos factores de protección y fortaleza, no sólo para

                                                  afrontar una experiencia traumática, sino además, para salir fortalecidos con ella, y que permiten
                                                  adquirir una rutina de comportamientos vitales positivos, ante situaciones adversas.


                                                      En mi experiencia profesional y desde los primeros contactos con muchas familias que se han

                                                  enfrentado  a  la  dura  situación  de  entender  y  convivir,  día  a  día,  con  una  enfermedad  que
                                                  compromete en distintos grados y con distinta intensidad el bienestar físico, emocional, social,…

                                                  de  la  persona  afectada  y  de  todo  el  grupo  familiar,  me  sorprendía  la  fuerza  que  trasmiten,  la
                                                  capacidad ilimitada de lucha. Si algo claro he encontrado, como síntesis y punto en común, en las

                                                  múltiples  oportunidades  que  he  tenido  de  ser  facilitadora  en  espacios  de  intercambio  de
                                                  experiencias entre familias con enfermedades raras, es la constatación de que la propia tarea, les
                                                  ha hecho fuertes.

                                                  Esta observación y aprendizaje, me lleva a reconocer el insustituible poder del grupo y el papel
                                                  terapéutico de la relación interpersonal entre las personas afectadas y las familias.

                                                  Sentirse reflejados en el otro, aprender de sus vivencias y amarrarse a sus éxitos para adueñarse
                                                  de ellos… en definitiva el valor del apoyo mutuo, para recorrer de manera resiliente, el camino de

                                                  comprensión, afrontamiento y aceptación de la enfermedad o condición particular.






                                                                     Newsletter Creer Nº 101  /  4
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