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subida en una montaña rusa. Y es verdad, nunca sabes cuándo va a estar la pendiente que te

           sube a la cima, ¡eufórica!. O una curva looping que te hace sentir inestable, o lo peor, esa
           bajada que te pone nerviosa porque no ves el final y parece que te vas a estampar contra el

           suelo. Así es nuestra vida, una montaña rusa que cambia cada día su recorrido.

                  Puede que las palabras pena o lástima no sean las más adecuadas para describir tus
           sentimientos hacia mí, cuando me duele todo mi cuerpo y te lo cuento o lo notas en mi cara.

           Cuando me lo dices siento una impotencia tan grande que no sé cómo describirla, me arrastra

           a  un  estado  de  melancolía  en  el  cual  me  imagino  haciendo  tantas  cosas,  que  en  estos
           momentos no puedo realizar y la rabia me llena de ira. "No quiero sentir pena de nadie, al

           contrario, recuérdame lo fuerte que soy en muchos momentos".
                  Es muy difícil llevar una vida normalizada, hace más de 2 años que no voy al cine, no

           hago planes un lunes para ir a cenar con amigos un viernes, incluso haciéndolos el mismo día
           (cuando llega el momento) tengo que decir que no, y bailar, lo que me gusta bailar, pero sé

           que cuando lo hago al día siguiente me espera el sofá. He aprendido que no todos somos

           felices subiendo una montaña, hay mil formas de hacer actividades, solo hay que encontrar la
           que podamos realizar.

                  Después de vivir así durante muchos años te das cuenta que unos días podrás hacer
           una  actividad  y  otros  otra.  Lo  difícil  es  controlar  nuestra  mente,  trabajarla  para  que  piense

           siempre en positivo, esto lleva mucho tiempo, muchas ganas y empeño en normalizar tú vida.
           Al igual que nosotros necesitamos que alguien que vive nuestra misma situación nos haga

           sentirnos entendidos, comprendidos, nuestras parejas, familias, amigos necesitan un proceso

           y  tienen  días  de  más  empatía  y  otros  donde  piensan  que  estamos  ¡¡Tarás!!  todo  es  un
           proceso. Tanto los enfermos como las personas que nos quieren, tenemos que ver la magia

           en millones de situaciones cotidianas, hay que valorar lo sencillo, un café, una caricia, una

           mirada, una peli en el sofá, un paseo, un buenos días Amor…, cada día es diferente y nuestro
           cuerpo también lo es. Eso lo saben bien las personas que nos acompañan en el camino y

           nosotros mismos.
                  El ir de médico en médico intentando solucionar o investigar "esto que se apodera de ti"

           sin conseguir tener una pequeña esperanza, hace que cada uno de los momentos de dolor
           sea aún más duro. El sentirte un conejillo de indias, que te vuelvan a dejar peor de lo que

           estás  o  peor  aún,  que  te  digan  no  tienes  solución,  aprende  a  vivir  con  ello  ¡Claro  que  se

           aprende! pero cuesta mucho tiempo de asimilación.
                  No podemos olvidarnos que tenemos que permitirnos tener bajones, de vez en cuando

           hay que dejarse, llorar, gritar, irritarse, enfadarse, aislarse… siempre siendo conscientes que
           no puede ser un constante ni algo cotidiano, es algo muy difícil (lo vivo cada día) de esa forma



           Newsletter CREER Nº 84 Noviembre-Diciembre 2018                                                                                                                                 ~ 25 ~
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