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Dos meses después de su nacimiento, en febrero, nos cita el genetista, ya tiene los

           resultados. Nerviosísimos, esperanzados y asustados, nos presentamos en la consulta y nos
           explica que Martina tiene una  Deleción en el brazo largo del cromosoma 2 (2q33.2 2q34),

           esa  región  contiene  genes  implicados  en  autismo,  retraso  mental,  psicomotor  y  alguna

           afección más. No podían alcanzar a decir en que medida estaba afectada porque  era una
           "enfermedad rara" no documentada en ningún registro. Mientras el médico nos explicaba a

           mi marido  y  a  mi lo  que eso  implicaba, nos  invadía  una  sensación  de miedo,  confusión  y

           tristeza que tardaría en disiparse. No podíamos parar de llorar abrazados y preguntarnos,
           ¿qué? ¿Por qué a ella? ¿Qué habíamos hecho mal? ¿Se habrán equivocado? ¿Se curará?

           ¿Será depediente?. Algunas preguntas que en ese momento parecían vitales, ahora están
           en un segundo plano.

                  Compadeciéndonos no la ayudamos y después de un largo período de aceptación y
           asimilación, y gracias también a la ayuda de la familia y los profesionales que nos hemos

           encontrado,  empieza  una  incansable  y  durísima  lucha  para  ayudar  a  Martina  en  todo  lo

           posible (y a nosotros mismos).
                  Martina  soporta  infinidad  pruebas  (que  muchas  veces  son  duras),  algún  que  otro

           ingreso,  multitud  visitas  médicas,  fisoterapia  y  estimulación  temprana  que  le  enseñan  a
           aguantar  la  cabeza,  sentarse,  coger  objetos,  a  poner  las  manos  cuando  cae  e  incluso  a

           sonreir, cosas tan sencillas para cualquier niño, en ella se convierte en retos a superar cada
           día.

                  En este tiempo, ha tenido un episodio de convulsión, tiene disfagia de líquidos y todo

           hay  que  dárselo  en  textura  puré  por  su  inmaduréz,  tiene  movimientos  repetitivos  y
           esterotipias, hay que vigilar que no se golpee ella misma. No tiene lenguaje de ningún tipo, lo

           que le frustra y hace que esté más irritable porque tenemos que "adivinar" que le pasa. Va en

           silla  de  ruedas  adaptada  para  que  esté  bien  posicionada  e  intentar  minimizar  sus
           movimientos  bruscos  cuando  va  sentada.  Su  perdida  genética  la  hace  más  vulnerable  a

           problemas en el desarrolo del cerebro, de tiroides, oculares y alguno más que dependerá de
           la herencia dominante de los genes afectados.

                  De  todo  esto,  intentamos  a  toda  costa,  ver  el  lado  bueno  de  toda  esta  locura,  y
           después  de  2  años  en  esta  nueva  andadura,  sacamos  en  positivo  que  su  hipotonía

           practicamente ha desaparecido, gatea rapidísimo y empieza a dar algún pasito, tiene por fín

           sonrisa social y parece que va respondiendo más a su nombre, ya hace 6 meses que no
           lleva el monitor de apneas. En septiembre empezó en una clase especial en su guardería, y

           es  ternura  pura.  Se  deja  mimar  por  su  familia  y  por  los  profesionales  que  la  ven
           practicamente a diario. Se le nota, ella en su mundo, es feliz.



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