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normal, mi vida tiene fecha de caducidad a medio plazo... La baja laboral, la dieta estricta
sin grasa que tuve que seguir durante semanas y el pánico que me daba tener que tomar
un inmunosupresor como tratamiento tampoco me ayudaba nada a animarme.
Fue un mes de julio negro, muy negro. El apoyo incondicional de mi por entonces
novio y mi madre fue decisivo en aquellos momentos. No sé qué hubiera hecho sin ellos.
Centrarme en todo lo bueno que tenía en mi vida, fundamentalmente en el amor de mi
familia más cercana, me dio fuerzas para levantarme del fango y volver a mirar hacia
adelante con ilusión.
Decidí posponer la boda y me casé en mayo. El quilotórax desapareció y comencé
a sentirme mucho mejor hasta que pude retomar mi vida normal sin ninguna restricción.
Para entonces, superado el duelo de no poder ser madre “por la vía tradicional”, habíamos
investigado ya sobre la gestación subrogada como opción para ser padres tras descartar
la adopción; un frío “no apto” para adoptar por tener una enfermedad rara hubiera sido
demoledor para mí en aquel momento. La decisión no fue fácil, pero resultó ser una de las
mejores que he tomado en mi vida. En julio de 2014 nacieron mis dos soles en Boise,
Idaho (EE.UU.) gracias a la ayuda de Samantha, el ángel que los gestó, y a quien siempre
estaré agradecida. Mi sueño de ser madre se había cumplido por fin.
Me costó casi dos años ponerme en contacto con AELAM. Lo pensé cientos de
veces desde que recibí el diagnóstico, y busqué lsu página en Internet en muchas
ocasiones, pero no me atrevía a dar el paso. Tenía miedo de lo que pudieran decirme, de
saber de otros casos que fueran mal. Lo que yo quería oír era que había una cura pero
sabía que eso no me lo podían decir. Curiosamente, el primer contacto lo tuve con la
asociación estadounidense, la LAM Foundation. Supongo que hablar del tema en inglés
creaba una barrera que me hacía sentirme protegida, como si aquello realmente no fuese
conmigo. Fueron amabilísimos (amabilísimas, debería decir) y me pusieron en contacto
con mujeres de EE.UU. afectadas por la enfermedad que habían accedido a la maternidad
por diferentes vías. Fue en mayo de 2014 cuando, a raíz del reto solidario que planteó el
hermano de otra chica vasca afectada, sentí que estaba preparada para acercarme a la
asociación.
En AELAM me sentí arropada desde el primer momento; tanto es así, que lamenté
no haberme puesto en contacto antes. Además de ser una fuente de información
valiosísima, la red de apoyo entre todas nosotras es impresionante. He conocido mujeres
valientes y luchadoras, mujeres generosas, mujeres que miran la vida de frente, mujeres
que han enriquecido mi vida y que me hacen sentirme parte de algo bonito aunque el
vínculo que nos ha unido no sea tan bonito.
Newsletter CREER Nº 61 Julio-Agosto 2016 ~ 21 ~
sin grasa que tuve que seguir durante semanas y el pánico que me daba tener que tomar
un inmunosupresor como tratamiento tampoco me ayudaba nada a animarme.
Fue un mes de julio negro, muy negro. El apoyo incondicional de mi por entonces
novio y mi madre fue decisivo en aquellos momentos. No sé qué hubiera hecho sin ellos.
Centrarme en todo lo bueno que tenía en mi vida, fundamentalmente en el amor de mi
familia más cercana, me dio fuerzas para levantarme del fango y volver a mirar hacia
adelante con ilusión.
Decidí posponer la boda y me casé en mayo. El quilotórax desapareció y comencé
a sentirme mucho mejor hasta que pude retomar mi vida normal sin ninguna restricción.
Para entonces, superado el duelo de no poder ser madre “por la vía tradicional”, habíamos
investigado ya sobre la gestación subrogada como opción para ser padres tras descartar
la adopción; un frío “no apto” para adoptar por tener una enfermedad rara hubiera sido
demoledor para mí en aquel momento. La decisión no fue fácil, pero resultó ser una de las
mejores que he tomado en mi vida. En julio de 2014 nacieron mis dos soles en Boise,
Idaho (EE.UU.) gracias a la ayuda de Samantha, el ángel que los gestó, y a quien siempre
estaré agradecida. Mi sueño de ser madre se había cumplido por fin.
Me costó casi dos años ponerme en contacto con AELAM. Lo pensé cientos de
veces desde que recibí el diagnóstico, y busqué lsu página en Internet en muchas
ocasiones, pero no me atrevía a dar el paso. Tenía miedo de lo que pudieran decirme, de
saber de otros casos que fueran mal. Lo que yo quería oír era que había una cura pero
sabía que eso no me lo podían decir. Curiosamente, el primer contacto lo tuve con la
asociación estadounidense, la LAM Foundation. Supongo que hablar del tema en inglés
creaba una barrera que me hacía sentirme protegida, como si aquello realmente no fuese
conmigo. Fueron amabilísimos (amabilísimas, debería decir) y me pusieron en contacto
con mujeres de EE.UU. afectadas por la enfermedad que habían accedido a la maternidad
por diferentes vías. Fue en mayo de 2014 cuando, a raíz del reto solidario que planteó el
hermano de otra chica vasca afectada, sentí que estaba preparada para acercarme a la
asociación.
En AELAM me sentí arropada desde el primer momento; tanto es así, que lamenté
no haberme puesto en contacto antes. Además de ser una fuente de información
valiosísima, la red de apoyo entre todas nosotras es impresionante. He conocido mujeres
valientes y luchadoras, mujeres generosas, mujeres que miran la vida de frente, mujeres
que han enriquecido mi vida y que me hacen sentirme parte de algo bonito aunque el
vínculo que nos ha unido no sea tan bonito.
Newsletter CREER Nº 61 Julio-Agosto 2016 ~ 21 ~