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Palabras mayores
Su relación con el espejo es fiel. De frente a la verdad esboza una
sonrisa. El espíritu emprendedor de aquel chiquillo que empezó de
figurante está cada vez más presente. Habrán pasado años, pero hay
cosas que no cambian. “Sigo teniendo la misma talla de ropa que hace
treinta años, peso lo mismo…”Arturo Fernández no envejece,
se reinventa. Y como los buenos magos no desvela el truco,
pero sí el método: Quererse a sí mismo, cenar una manzana
todas las noches, mantener la ilusión...
ARTURO FERNÁNDEZ
“EL TEATRO ES LA MEJOR FÓRMULA ANTIENVEJECIMIENTO”
Texto y Fotos: Miguel Núñez
“Erradicar la soledad sólo necesita
que la sociedad recupere valores”
Es metódico. Llega pronto, hasta tres horas antes de empezar la función. Comprueba las luces, el
olor del patio de butacas, una secuencia sobre el escenario, la disposición de las estampas de las
vírgenes de su camerino. Un hombre de fe. La convivencia del actor, el intérprete y el productor
en una misma persona alude a motivos deliberados. No hay afán de acaparar y ser egoísta sino la
pasión por hacer de un espectáculo algo que percibamos como imprescindible en nuestra vidas.
Compartir ese momento único es su agradecimiento a la admiración que también profesa al que
se sienta en una butaca esperando sentimientos. Arturo lleva un tiempo aludiendo a su madre, a
ese afecto que siempre le acompaña, pero que hoy se hace más vivo. Empecemos por aquí.
Habla de su madre en un acto de reminiscencia, a los que pasamos de 75 y 80 años hemos pertenecido
la que cada vez recuerda más… a una generación muy castigada. Vivimos una guerra
Efectivamente. Parece que con los años todo se llega para no recordarla, pero te diré que la escasez une a
a olvidar salvo una madre como la mía. Ella fue es- la gente, la abundancia no porque crea envidias. ¿Era
pecial porque se sacrificó por mí desde la guerra civil, mejor mi juventud que esta? Pues posiblemente por-
cuando mi padre tuvo que exiliarse. El día de hoy la que tenía a mi madre, los amigos del barrio.
recuerdo aún más que cuando era joven. Por entonces
la llamaba cada ocho días y se ponía a llorar por la ¿Qué valores de la sociedad de entonces recupe-
tardanza en hacerlo. Ahora no pasa uno sin acordar- raría ahora?
me de ella. Y muchas veces estando solo me pongo a El respeto. Es un valor imprescindible y de capa caída
llorar. Es la nostalgia de una niñez magnífica pero te- en la sociedad actual. Y el valor del mérito y del esfuer-
rrible para los que vivimos una guerra civil y una pos- zo como único medio para lograr metas. En la faceta
guerra, pero sin embargo estaba llena de cariño. Todos profesional, quizá, saber que los éxitos fulgurantes son
44 60 y más • mayo 2018