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Expectaculos
Kirk Douglas
se reencuentra
con Espartaco
Kirk Douglas, a sus 97 años, ha episodio histórico de Hollywood: el
hecho un relato sorprendente desta- fin de las listas negras que provocó
pando los secretos del rodaje de la la caza de brujas del comité de Ac-
mítica película “Yo soy Espartaco”, tividades Antiamericanas. El estreno
donde fue protagonista y productor. del filme supuso la redención del
La historia muestra la lucha de un guionista Dalton Trumbo, atacado
hombre por ganar su libertad y que por el macartismo, y marcó el fin de
desemboca en una de las rebelio- la “caza de brujas” en Hollywood.
nes más importantes en el imperio Kirk Douglas, protagonista y pro-
romano. Un clásico, siempre im- ductor ejecutivo de la película, da
prescindible, de “romanos” con una relieve a esa parte esencial y poco
historia de fraternidad, lucha, amor conocida de la película en un libro, suerte”, sobre cómo sobrevivió a una
y túnicas. que cincuenta años más tarde de los paraplejía, el libro funciona como
hechos y con noventa y siete años de una suerte de monólogo ameno de
Pero la narración de la experiencia edad del autor, sorprendente, a pesar una de las más importantes estrellas
del rodaje que rememora Douglas de algunas discutibles afirmaciones de la era dorada de Hollywood. Pero
contiene mucho más que el habitual contenidas en sus memorias sobre el la obra se eleva en este caso para
“¿cómo se hizo?”, anecdótico y cir- rodaje. desvelar algunos temas de vital im-
cunstancial. Así en “Yo soy Esparta- portancia, y acaba operando como
co”, “rodar una película, acabar con Douglas es un narrador muy versa- una especie de memoria histórica
las listas negras” es la memoria que do en la anécdota. Como ya ocurrió personal.
el nonagenario Kirk Douglas ha he- con anteriores libros de memorias
cho pública en 2012 para evocar un “El hijo del trapero”, o “Mi golpe de “Yo soy Espartaco” narra, por un
lado, la exasperación de un produc-
tor ante un rodaje caótico con estre-
llas de Hollywood que se lesionan,
directores que son relevados en ple-
no rodaje, luchas titánicas de egos y
un estudio que debe ser contentado
como sea son solamente algunos
de los problemas que aquejaron a
la película. Douglas se revela aquí
como un narrador confiable, que
no parece intentar quedar especial-
mente bien ante el lector. Resulta
particularmente significativa su
descripción del momento en el que
amedrentó a Stanley Kubrick -que
queda plasmado como un ególatra
irresponsable- para que incluyera
una batalla final necesaria para en-
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