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A tu lado y contra la soledad

personas de más de 80 años que no
pueden salir de su casa solas, lo que
les impide relacionarse con los demás.
La realidad con la que trabajamos es la
de mayores y aislados”. Junto a ellos,
recuerda Villegas, está el voluntariado.
Un perfil diferente, pero con una
misma inquietud arrastrada por la
solidaridad y el voluntariado. “La edad
puede ir desde jóvenes de 20 años a
mayores de 65 que desean acompañar
a otras personas, pero que en ambos
casos buscan recompensar la inquietud
social que tienen. Lo que pretendemos
es que haya intereses comunes y que
se respete una visita semanal al domi-
cilio de la persona mayor durante dos
horas. También complementamos este
acompañamiento con actividades en
espacios como museos, encuentros en
barrios, tomar un café, etc.”. La ma-
yoría de los voluntarios que acuden a
estos encuentros tienen una formación
universitaria y complementan estos
espacio de solidaridad con más activi-
dades. ¿Hay unos requisitos mínimos
para ser voluntario? La pregunta que
muchas personas se hacen tiene una
respuesta concisa. “Tener ganas, escu-
char y sensibilidad con los mayores,
nada más”.

Muchas de las personas mayores llegan
derivadas de los Servicios Sociales,
y en función de lo que demanden y
necesiten se les asigna un voluntario.
Ahí está lo hermoso y curioso de
esta función social. “Muchas personas
mayores prefieren un voluntario joven
con el que intercambiar ideas, comen-
tarios, por eso intentamos fomentar
los encuentros persona-persona para
buscar la mejor respuesta”

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