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               recedor, el monarca castellano le deste-  Al Cid, a pesar de sus espectacula-  años de dura resistencia, tuvo que
               rró. El Cid, entonces, deja a su esposa  res victorias, desterrado en dos ocasio-  abandonarse, ordenando el monarca
               en el monasterio de San Pedro de Car-  nes, se le miraba como símbolo de cas-  castellano evacuar Valencia, al tiempo
               deña, y se marcha en compañía de      ticismo popular en clara oposición al  que el cadáver del Cid fue trasladado al
               otros caballeros castellanos afines con  afrancesamiento señorial de la Corte,  monasterio cisterciense de San Pedro
               sus correspondientes mesnadas; des-   consecuencia de la boda del monarca    de Cardeña; sus restos mortales des-
               pués de haber sido rechazado en Bar-  castellano, en segundo enlace, con     cansan actualmente en el interior de la
               celona, el Cid encontró el respaldo   Constanza de Borgoña. Lo confirma el   Catedral de Burgos.
               necesario en el reino taifa de Zaragoza,  hecho de que a los nobles franceses  El Cid tuvo tres hijos: don Diego, el
               poniéndose al servicio del rey Ahmad I  Raimundo y Enrique de Borgoña, el    único hijo varón, que murió luchando
               (1046-1082), de la dinastía Hud, jun-  monarca castellano los casa con dos de  ante las murallas de la ciudad manche-
               to al cual combatió contra el Conde de  sus hijas; al primero le concedió el  ga de Consuegra (Toledo), y doña Elvira
               Barcelona Berenguer Ramón II, “el Fra-  condado de Galicia y al segundo el de  y doña Sol, casadas en primeras nup-
               tricida” (1082-1096), a quien venció e  Portugal, en calidad de feudos de la  cias con los condes de Carrión; pero no
               hizo prisionero en dos ocasiones (Alme-  corona. Paralelamente a la potencia-  tuvieron mucha suerte con aquellos
               nara,1082; y Tévar, 1090).            ción del afrancesamiento por parte de  enlaces, después, las hijas del Cid recu-
                                                     la corte castellana, incentivado por   peran la honra al casarse, en segundas
                                                     Constanza, Alfonso VI logra sacar de la  nupcias, con los infantes de Navarra y
                                                     ciudad de Sevilla los restos de San Isi-  Cataluña, Ramiro, hijo de Sancho Gar-
                                                     doro, símbolo de las grandezas visigo-  cés IV, y el conde de Barcelona Ramón
                                                     das de Hispania, para sepultarlos en el  Berenguer III, respectivamente.
                                                     homónimo templo que ya estaba cons-
                                                     truyéndose en la ciudad de León. El    COMIENZA LA LEYENDA
                                                     respeto, sin embargo, por parte del
                                                     monarca castellano hacia las culturas    Hasta aquí, la historia, confirmada
                                                     de la España medieval, se puso de      por las fuentes escritas de las crónicas
                                                     manifiesto al contraer por séptimo y   de la época. Pero en el Cid, como per-
                                                     último enlace matrimonio con la bella  sonaje emblemático de la mitología
                                                     hispano-musulmana Zaida, de Sevilla.   medieval hispana, gravita también la
                                                        En la ciudad de Valencia, un levan-  leyenda, basada en gran parte en el
                                                     tamiento popular destronó y dio muer-  anónimo “Cantar de Mio Cid”; parte de
                                                     te a Alcádir, amigo personal del Cid,  la cual, la relacionada con los caminos
                                                     motivando la toma de la capital levan-  del destierro de don Rodrigo. De Vivar
                                                     tina por don Rodrigo, tras un largo ase-  (Burgos) a tierras alicantinas, los sen-
                                                     dio iniciado en junio de 1093 y culmi-  deros de los dos Caminos del Destierro
                                                     nado en enero de 1094, con ello impi-  del Cid se desarrollan a lo largo de 96
                                                     dió el Cid la expansión almorávide     localidades de la geografía hispana,
                                                     hacia el nordeste peninsular. El Cam-  pertenecientes a cuatro Comunidades
                                                     peador, tras haber ejercido como pri-  Autónomas (Castilla y León, Castilla-La
                                                     mer alcaide cristiano de las villas de  Mancha, Aragón y la Comunidad Valen-
                                                     Berlanga de Duero, Gormaz y Langa de   ciana), y cuyo salvoconducto ya puede
                                                     Duero –todas ellas, al sur de la provin-  sellarse en 58 municipios; el último en
                                                     cia de Soria-, vivió como soberano en  incorporarse ha sido la villa de Orihue-
                                                     su querida ciudad de Valencia, aunque  la (Alicante).
                                                     reconociéndose su vasallaje a Castilla.  Fue en tierras sorianas, concreta-
                                                     A su muerte (1099), a doña Jimena, su  mente en la localidad de Fresno de
                                                     viuda, le ocupó la responsabilidad de  Caracena, donde, en 1207, un tal Pere
                                                     gobernar la capital levantina, y, ante el  Abat, clérigo y vecino de esta locali-
                                                     feroz ataque de los almorávides, no    dad, crea la más sublime obra literaria
                                                     dudó en solicitar ayuda a Alfonso VI,  de los relatos épicos hispanos medie-
               “Ego su derico” (yo soy Rodrigo); asi reza el  para poder romper el asedio; pero fue  vales: el “Cantar de Mio Cid”, siendo
               cartel anunciandor de toda la Ruta del Cid.  imposible, y la plaza, después de tres  éste, por tanto, el autor, y no el copis-



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