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Newsletter CREER Nº 96 Febrero / Marzo 2020




            habría infectado, mi indignación era mayúscula, me fui a casa a descansar a ver si se me

            pasaba el agobio.

                  Para no aburrir demasiado, después de verme médico de cabecera, dentista, otorrino,
            maxilofacial, neurólogo... pasé por varios diagnósticos erróneos, el ya mencionado pelo de

            nariz infectado, glándula parótida obstruida, glándula del lagrimal obstruida, quiste  en la

            mejilla infectado, angioedema... llegué por una carambola a un doctor en Granada que me
            diagnosticó a primera vista, jamás olvidaré la imagen de entrar en su despacho y oírle decir

            "usted tiene el síndrome de Melkersson-Rosenthal", se me vino el mundo encima, ¿Qué era
            eso?, mentiría si digo que no tuve miedo.

                  Empiezo mi primer tratamiento, tres sesiones  de corticoides inyectados en la zona
            afectada, mejoré sin resolver el caso por completo. En siguientes episodios o brotes debía

            medicarme con corticoide sistémico y así estuve durante bastante tiempo, el problema es

            que cuando sufría algún brote, empezaba el tratamiento de corticoide que al final con la pauta
            descendente se hace largo en el tiempo, estaba unos diez o quince días sin medicación y

            volvía un nuevo brote. Nunca he vuelto a estar bien del todo, el tratamiento me bajaba la
            inflamación, pero nunca me la quitó del todo, en mi caso, el brote siempre iba asociado a la

            aparición de un herpes labial-nasal.













                  Después de dar un millón de bandazos por varias especialidades, llego a la unidad

            de Colagenosis perteneciente a medicina interna, al  explicar mi  situación y al ritmo que
            tomaba los corticoides, en mi caso deflazacort, el doctor me "prohíbe" volver a tomarlos y me

            propone un nuevo tratamiento, hasta ahora desconocido para mí, metotrexato, un pinchazo

            semanal en la barriga y corticoides en ciclos cortos en caso de brote. Con este tratamiento
            me fue bien, solo tuve un par de brotes al año y de menor intensidad.

                  Consulté si el tratamiento afectaba a la gestación y me dijeron que sí, así que me
            cambiaron el metotrexato por inmurel, la ventaja es que eran comprimidos orales, mucho

            más  cómodo  que el  metotrexato  subcutáneo, pero me hacía  menos efecto.
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