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Si es un grupo reducido y homogéneo, se plantean y resuelven situaciones concretas de
cada uno de ellos. En cualquiera de los casos trabajamos haciendo especial hincapié en
movilizaciones, cambios posturales e higiene postural.
Para adiestrar en la realización de cambios posturales se enseña a realizar un plan
de rotaciones programadas e individualizadas a seguir, a evitar apoyar sobre lesiones, a
respetar una adecuada alineación de cuerpo con buena distribución de pesos, a evitar
arrastres y, por supuesto, a cuidar la postura del propio cuidador. Para ello, si es
necesario, se recrea el entorno domiciliario para adiestrar en la realización de las
maniobras más habituales con las personas inmovilizadas: incorporación de la cama,
pasar de la cama a la silla y pasar de sentado en un sillón a posición de pie. Si se
considera necesario se les asesorara o derivara al departamento de terapia ocupacional
para introducir el uso de ayudas técnicas como discos de giro, tablas de transferencias,
grúas…
Otro aspecto muy importante es la Higiene Postural para las personas cuidadoras.
El cuidador debe usar su cuerpo de manera eficaz y cuidadosa, debe procurar que la
altura de la cama sea la adecuada para él y debe mantener al familiar lo más cerca
posible de su propio cuerpo. Es importante que fortalezca los músculos de las zonas con
las que más trabaja: abdomen, espalda, piernas y brazos. Debe evitar posturas
encorvadas y debe trabajar con movimientos suaves. Sus pies deben colocarse
separados, uno un poco más adelantado, aportando una base de soporte amplia, en
dirección al movimiento, las rodillas flexionadas, para evitar sobrecargar los ligamentos y
meniscos, la espalda recta, el vientre apretado, la pelvis bien colocada, la barbilla debe
estar metida, colocando así bien la zona cervical con respecto al tronco. Los brazos y
codos deben permanecer pegados al cuerpo. El agarre debe hacerse con toda la palma
de la mano, preferiblemente a nivel de glúteos, omóplatos y rodillas.
Tanto el cuidador como el afectado deben formar un tándem perfecto. El cuidador
debe estimular al máximo la autonomía personal y evitar la sobreprotección. El afectado
debe querer ser lo más autónomo posible y el cuidador debe apoyarle y motivarle para
que así sea. Si no logran ser un equipo con un mismo objetivo y no comparten las mismas
expectativas, aparecen los roces y se dificulta la relación. El afectado debe intentar
realizar por sí mismo el mayor número posible de actividades, y el cuidador debe estar
alerta y preparado para prestarle apoyo y ayuda solo en lo realmente necesario. Es muy
importante que sean partícipes de todo. El cuidador debe respetar los espacios, la opinión
y los tiempos de la persona que cuida pues en ocasiones se confunde la necesidad de
tiempos mayores para poder realizar las actividades con una imposibilidad para
Newsletter CREER Nº 58 Abril 2016 ~3~
cada uno de ellos. En cualquiera de los casos trabajamos haciendo especial hincapié en
movilizaciones, cambios posturales e higiene postural.
Para adiestrar en la realización de cambios posturales se enseña a realizar un plan
de rotaciones programadas e individualizadas a seguir, a evitar apoyar sobre lesiones, a
respetar una adecuada alineación de cuerpo con buena distribución de pesos, a evitar
arrastres y, por supuesto, a cuidar la postura del propio cuidador. Para ello, si es
necesario, se recrea el entorno domiciliario para adiestrar en la realización de las
maniobras más habituales con las personas inmovilizadas: incorporación de la cama,
pasar de la cama a la silla y pasar de sentado en un sillón a posición de pie. Si se
considera necesario se les asesorara o derivara al departamento de terapia ocupacional
para introducir el uso de ayudas técnicas como discos de giro, tablas de transferencias,
grúas…
Otro aspecto muy importante es la Higiene Postural para las personas cuidadoras.
El cuidador debe usar su cuerpo de manera eficaz y cuidadosa, debe procurar que la
altura de la cama sea la adecuada para él y debe mantener al familiar lo más cerca
posible de su propio cuerpo. Es importante que fortalezca los músculos de las zonas con
las que más trabaja: abdomen, espalda, piernas y brazos. Debe evitar posturas
encorvadas y debe trabajar con movimientos suaves. Sus pies deben colocarse
separados, uno un poco más adelantado, aportando una base de soporte amplia, en
dirección al movimiento, las rodillas flexionadas, para evitar sobrecargar los ligamentos y
meniscos, la espalda recta, el vientre apretado, la pelvis bien colocada, la barbilla debe
estar metida, colocando así bien la zona cervical con respecto al tronco. Los brazos y
codos deben permanecer pegados al cuerpo. El agarre debe hacerse con toda la palma
de la mano, preferiblemente a nivel de glúteos, omóplatos y rodillas.
Tanto el cuidador como el afectado deben formar un tándem perfecto. El cuidador
debe estimular al máximo la autonomía personal y evitar la sobreprotección. El afectado
debe querer ser lo más autónomo posible y el cuidador debe apoyarle y motivarle para
que así sea. Si no logran ser un equipo con un mismo objetivo y no comparten las mismas
expectativas, aparecen los roces y se dificulta la relación. El afectado debe intentar
realizar por sí mismo el mayor número posible de actividades, y el cuidador debe estar
alerta y preparado para prestarle apoyo y ayuda solo en lo realmente necesario. Es muy
importante que sean partícipes de todo. El cuidador debe respetar los espacios, la opinión
y los tiempos de la persona que cuida pues en ocasiones se confunde la necesidad de
tiempos mayores para poder realizar las actividades con una imposibilidad para
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