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| MAYORES HOY

        Él, junto a su mujer Mercedes, forman un “equipo” capaz de superar lo increíble...

        Gabriel Balaústegui, o el éxito



        de aprender más y más







                                                                              Texto: Rosa López Moraleda
                                                                              Fotos: Mari Ángeles Tirado






                                                                                   abriel Balaústegui Fer-
                                                                             G nández y su mujer, Mer-
                                                                             cedes, nacieron el mismo año
                                                                             (1937), en plena Guerra Civil
                                                                             de imposible recuerdo. Aunque
                                                                             de forma desigual, sí guardan
                                                                             en sus memorias los años de
                                                                             la posguerra, duros y compli-
                                                                             cados, “especialmente en Ma-
                                                                             drid”, sentencia él por nacer
                                                                             en la Villa y Corte, “aunque de
                                                                             origen vasco: de Bilbao”. Ella,
                                                                             por contra, nacería en Cuenca
                                                                             “y  allí,  como  en  lugares  más
                                                                             pequeños sus efectos se perci-
                                                                             bían de otra forma”.


                                                                             De auténtica delicia resulta oír
                                                                             de sus labios sus distintas ex-
                                                                             periencias sin que los relatos
                                                                             o aconteceres del pasado, por
                                                                             duros que resultasen, consigan
                                                                             borrar sus espléndidas sonri-
                                                                             sas mientras hablan, “porque
                                                                             de todo se aprende”, se explica
                                                                             raudo Gabriel, con la aquies-
        Forman un tándem perfecto: la complicidad absoluta y                 cencia de Mercedes.
        espontánea que emerge de los 50 años largos que en                   Su casa madrileña es un hogar
        breve harán de matrimonio, en los que esfuerzo, trabajo,             –como suele suceder– que dice
        avidez por aprender, y en suma la armonía conjunta (esto             mucho de sus vidas y del modo
        se nota y trasciende), trufan su vida en común hasta                 de entenderlas. Pura puesta a
                                                                             punto –a la última en informá-
        alcanzar el más difícil de los éxitos. Ellos no, ni Gabriel          tica  y  diferentes  “softwares”–,
        ni Mercedes, necesitan reconocimiento público, porque                puro orden, pura armonía, de
        tienen el ansiado y más valioso: el de su propia existencia,         la que es un vivo ejemplo el
        quienes les conocen y el de su familia, tan unida como               cuarto y la entrañable terracita
                                                                             anexa que, por su decoración,
        extensa. ¿Se puede pedir más?                                        destila espontáneamente aro-


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