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               Sí, la última vez fue en casa torean-
              do una becerra. Me tropezó y me par-
              tió la muñeca. Siempre he tenido esos
              problemas con los huesos.


              — En los años ochenta, cuando ya era
              un torero veterano tuvo una gran regula-
              ridad en los ruedos. Al contrario que
              otros matadores ¿Qué paradójico, no?
               Pues sí, aquella fue una de mis
              mejores épocas, una época dorada
              para mí. De todas mis épocas de
              esplendor, que se puede decir que
              fueron cuatro, la última fue donde
              más reconocimiento obtuve de la gen-
              te. El público me hizo suyo, me hizo
              de Madrid.

              — La Plaza de toros de Madrid ha sido
              siempre su plaza. Se crió aquí y se le
              considera torero de Madrid. ¿Qué tiene
              de especial?
               ¡Lo tiene todo! ¡Lo primero es que es
              la más bonita del mundo, la más boni-
              ta, más torera y más guapa qué hay! Y
              luego que es la que da y la que quita,
              la que te empuja para adelante o te
              puede detener.


              — ¿Continúa ocurriendo eso?
               Menos que antes, pero sigue mar-
              cando. Ahí tienes el caso de Talavan-
              te; Madrid le ha lanzado con una sola
              novillada. El muchacho tenía hecha
              sólo una corrida de toros, la de la
              alternativa. Y Madrid le ha lanzado
              para torear y para ponerse casi en
              figura del toreo.

              — ¿Qué siente cuando ve los carteles  “Antoñete” durante la sesión de fotos en su querida Plaza de las Ventas.
              de San Isidro y no está anunciado?
               Un hormigueo (risas). Siempre te     “Con el paso del tiempo cambian
              queda un hormigueo y piensas “a ver
              cómo son los carteles”. No te puedes  muchas cosas, pero nunca la ilusión
              quitar de la cabeza cuando tú torea-
              bas y te veías en los carteles.
                                                    por vivir y por disfrutar de las
              — Uno vive en torero, piensa en tore-
              ro…                                   pequeñas cosas”




                                                                                                       Sesenta y más 15
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