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Mil vidas más Op i n i ó n

Texto y foto | Albert Solé Bruset [Periodista y cineasta]

Mi padre solía decir que llegado a una cierta edad todo el mundo nuel Vázquez Montalbán decía que cada generación tensa su muscu- 55
debería escribir sus memorias. Lo decía desde mucho antes de latura en función de los tiempos que le ha tocado vivir. Sinceramente,
escribir el primer tomo de las suyas, un esfuerzo agotador vista la después de mirar las vidas de las generaciones que me precedieron
cantidad de experiencias que se acumulan en 70 años de vida, y tuve la sensación de que la musculatura de la mía estaba un poco
más cuando se ha pasado de panadero de pueblo a padre de la fláccida. Aunque, quién sabe, quizá los jóvenes del futuro tendrán la
Constitución y ministro, como es su caso. Desgraciadamente no misma sensación respecto a mi generación.
tuvo tiempo de escribir el segundo tomo porque todo ese cau- Mi trabajo con la memoria, lo confieso, se ha acabado convirtiendo
dal de vivencias se perdió entre las tinieblas del alzhéimer que en un ejercicio adictivo. Escucho la historia de mi vecino, que ahora
acabaría borrando su prodigiosa memoria. Me atrevería a decir tiene 90 años, y me sumerjo en su mundo. Así me he permitido
que había tenido la intuición de que el tiempo se le agotaba, y hurgar en otras vidas apasionantes como la del luchador antifran-
había decidido ordenar su particular álbum de fotos y ponerlo a quista Miguel Núñez, un humanista con una fe inquebrantable en
disposición de todos quienes se han querido acercar a él. la justicia social. Desde un punto de vista filosófico, cada vida que
desaparece sin haber transmitido el conocimiento acumulado es
Mis abuelos me contaban historias increíbles de los años de pe- una tragedia para las generaciones siguientes. Estoy firmemente
nuria, historias que en aquel momento me parecían batallitas del convencido de que sin conocer bien el pasado no podemos diseñar
pasado y a las que no presté demasiada atención. Luego maldije el futuro. Lo expresa bien el gran poeta Marcos Ana en la película
no haberlas grabado ni almacenado de alguna manera. Por mí, sobre Miguel Núñez, “Al final de la escapada”, cuando dice: “Pa-
pero sobre todo por mi hija y por los que vendrán después y que sar página sí, pero después de haberla leído”. Esta afirmación es
nunca conocerán estas historias de primera mano. Por eso cuando aplicable a todas las memorias, la personal y la colectiva y justifica
supe el mal que aquejaba a mi padre no dudé de lo que tenía que por sí sola toda creación artística y literaria sobre el tema.
hacer.Así nació “Bucarest la memoria perdida”, la película en que Además de esta película también se hizo un cómic sobre Núñez
intenté poner en orden los recuerdos de toda una vida, la de mi y su generación titulado Mil vidas más, las que él y todos quisié-
padre, y por consiguiente, una parte importante de la mía propia. ramos vivir si la biología nos lo permitiera. De momento, me con-
tento con saber que si somos capaces de transmitir bien el legado
Cuando mi padre empezó a olvidar, nosotros nos pusimos a recor- de una generación a la otra, las mil vidas más están garantizadas.
dar.A todos nos cuesta hurgar en episodios remotos, recuerdos que
hemos encasillado, etiquetado y que no siempre queremos volver Jordi Solé Tura, uno de los siete padres de la Constitución Española, charla
a abrir. Sin embargo, una vez superados los miedos a explicarnos con su hijo Albert Solé, periodista y cineasta.
cosas tanto tiempo enterradas, puedo decir que el proceso fue sa-
nador para toda la familia, una auténtica catarsis. Una vez abierta
la caja de Pandora, ya no pudimos parar. Pasamos noches y noches
y, de hecho, aún seguimos explicándonos mil y una historias tanto
tiempo enterradas bajo el manto de la incomunicación intergenera-
cional. Era todo tan apasionante que empecé a querer ir más lejos:
necesitaba entender cómo funciona ese laberinto de muros y ata-
jos, de recuerdos y amnesias voluntarias que llamamos memoria. Y.
claro, descubrí su dimensión emocional: disponemos los recuerdos
de manera que, asociados a emociones concretas en un todo, se
convierten en la narración subjetiva de la propia existencia.

Seguí indagando. Descubrí que a mi alrededor flotaban historias de
vida impresionantes que se extinguían entre la indiferencia y el olvido.
Pero, sobre todo, descubrí escalas de valores forjados en circunstan-
cias que costaban de entender desde mi generación. El escritor Ma-

enlace en red 19 Albert Solé Bruset

Nacido en Bucarest, tiene las nacionalidades húngara, francesa y española. Es licenciado en Ciencias de la Información, ejerció
como reportero especializado en temas sociales en varias cadenas de televisión. En 2008 presentó el documental “Bucarest, la
memoria perdida” en el que realiza una búsqueda de su propia memoria y la de su padre, Jordi Solé Tura, a quien en 2007 se le
diagnosticó la enfermedad de Alzheimer, falleciendo en diciembre de 2009.

En 2010 Albert Solé dirige el documental “Al final de la escapada”, sobre la figura de Miguel Núñez González, quien se acogió
al programa de sedación paliativa para poner fin a sus días.
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