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| OPINIÓN








                                               a ilusión es un concepto enormemente sugestivo y atrayente, abstracto,
                                         Lsubjetivo... Y que tiene mucho de íntimo anhelo, deseo, ensoñación, espe-
                                         ranza, aliento... Y también de quimera, espejismo, mito, fábula..., sobre todo cuan-
                                         do se sale de lo razonable. No solamente de pan vive el ser humano, dotado de
        LA ILUSIÓN DE                    inteligencia y razón. También necesita de ilusiones y hace uso de su imaginación
        LOS MAYORES                      para crearlas, al mismo tiempo que discurre para resolver sus diversos problemas,
                                         proyecta planes y se entrega a la acción. En nuestra imaginación surgen esplén-
                                         didamente las ilusiones, que brotan abundantes como el caudal de un manantial.

                                         Y esto ocurre desde la más tierna edad de la adolescencia. Recordemos el mágico
                                         mundo de los niños con los Reyes Magos, Papá Noel, etc. La juventud es la época
                                         de las grandes ilusiones, muchas veces fantásticas, y de los proyectos de todo tipo.
                                         Si las circunstancias de vida son amables, todo se ve de color de rosa y el cerebro
                                         se llena de quimeras.

                                         Ya en las etapas de la larga madurez se aprecia la existencia con bastante más
       Ángel Las Navas Pagán             realismo, pero las ilusiones, adaptadas a cada momento y situación, siguen cons-
                                         tituyendo un capítulo muy primordial en los horizontes de la persona, aunque esta
                                         vaya acumulando en su cotidiano vivir decepciones, amarguras y penas.
                                         Las ilusiones son como un invisible motor que mueve hacia la esperanza, el op-
                                         timismo, la alegría y hasta esa frágil felicidad que, a veces, disfrutamos los hu-
                                         manos. No cabe duda de que son altamente positivas para el hombre y la mujer
                                         en el duro caminar por este mundo, que tanto tiene de “valle de lágrimas”. Las
                                         ilusiones comunican júbilo interno, elevan el ánimo y proporcionan misteriosa-
                                         mente energías para luchar, trabajar y emprender iniciativas. Incitan a la alegría
                                         y al entusiasmo. Y, por supuesto, de alguna forma contribuyen a la buena salud
                                         física. Todo lo contrario a la profunda tristeza, melancolía, depresión... que grave-
                                         mente la deterioran.

                                         La sociedad actual está reconociendo la trascendencia y alcance de la “edad de
                                         oro”, cuyos interesantes y respetables miembros, es decir, todas las personas que
                                         han pasado de los sesenta años, tienen mucho que decir y enseñar. Y de hecho son
                                         un potente faro de luz cultural e intelectual para las nuevas generaciones, con muy
                                         provechosa utilidad para estas. Por lo que se abre un inmenso abanico de posibi-
                                         lidades e insospechadas iniciativas para las personas mayores, que les darán reno-
                                         vados bríos morales para vivir nuevas ilusiones, que llenarán sus almas de grandes
                                         satisfacciones y méritos al servicio de nobles empresas a favor de sus semejantes
                                         más necesitados y, en definitiva, de la humanidad.

                                         Con independencia de las ilusiones particulares que cada uno pueda hallar en la
                                         vida familiar y de amistades, en toda clase de aficiones artísticas, viajes de turis-
                                         mo, estudios que antes no se pudieron hacer, dedicación a la lectura, paseos y de-
                                         portes suaves... y, en general, vivir con más sosiego y placidez que cuando estaba
                                         en el trabajo profesional activo; sin prisas y dejar fluir la existencia serenamente
                                         con una serie de actividades agradables y placenteras; sin olvidar la vida espiritual,
                                         que es primordial y básica para las personas de la “edad de oro” y que les propor-
                                         cionará extensa paz y felicidad. Las personas de la “edad de oro” tienen derecho
                                         a una lluvia de ilusiones, que inunden sus corazones y mentes de gozo y esperan-
                                         za. Los programas del “voluntariado” están adquiriendo gran transcendencia con
                                         magníficos resultados para todos. Está comprobado que el mayor está muy lejos
                                         de ser un inútil, lo que necesita es hechizantes distracciones, que le hagan rejuve-
                                         necer y sentirse contento y satisfecho con inéditas realizaciones.

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