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Opinión
ELVIRA SUAREZ GARCÍA / TRABAJADORA SOCIAL
Hacer y mantener tienden a debilitarse al carecer del lugar de
encuentro común: el trabajo.
amistades
Los hijos han abandonado el hogar y en oca-
LLa frecuencia e intensidad de siones trabajan lejos, con lo que su ausencia
nuestras relaciones sociales sufre provoca sentimientos de frustración y soledad.
variaciones a lo largo de nuestra
vida. Desde pequeños nuestros Este desolador panorama de relación se
padres se preocupan por que ten- recrudece con la llegada de un divorcio tardío o
gamos amigos y nos acompañan a más comúnmente de la viudedad.
parques y lugares donde saben que
podemos relacionarnos. Es entonces, cuando la persona (disminuida,
entre otras, su capacidad de adaptación) en no
Es en la juventud cuando la persona pocas ocasiones, se siente sola y frustrada pre-
adquiere un mayor número de relaciones sentando síntomas de depresión y angustia.
sociales; los amigos son frecuentes en esa
etapa de la vida y posteriormente son despla- Sabemos que somos seres sociables y sólo
zados por la pareja o parejas que se formen; nos vemos plenamente realizados en la relación
es frecuente que quien eligió y consiguió vivir de afecto con los demás. Por ello, y en aras de
en pareja pase la mayor parte de su vida rela- la tan manida y deseada, “calidad de vida”
cionado de esta forma y a menudo acompa- debemos instar a las personas mayores a con-
ñado no sólo por su cónyuge, sino también servar sus relaciones y a construir en la vejez un
por los hijos que han llegado. Además en esta nuevo círculo de relaciones sociales que sustitu-
etapa la persona mantiene aún relaciones con ya las pérdidas sufridas en este ámbito vital.
padres, hermanos, tíos, cuñados, etc. A su
vez, el trabajo es fuente de relaciones socia- ¿Cómo hacerlo? Cualquier medio y todos ellos
les, ocupando, en ocasiones, la relación con en sí son beneficiosos para conseguir mantener
los compañeros un lugar importante de la la relación con nuestros congéneres:
vida de la persona, que comparte con otros
semejantes al menos un tercio de su jornada Viajar, solos o en grupos organizados si así se
diaria. Gracias a la incorporación de la mujer prefiere, inscribirse en alguna de las actividades
al mundo del trabajo, esta situación (hasta que los centros sociales programan para las per-
ahora propia de los hombres) es común a sonas de edad: programas de mantenimiento
ambos géneros y vemos cómo las mujeres psicológico y físico (cursos de memoria, gimna-
sustituyen cada vez más sus relaciones con sia, senderismo), de ocio (bailes, juegos), de
vecinas y amigas, por otras que proceden del cultura (aulas de adultos, universitarias, foros de
mundo laboral, compañeros/as, jefes/as, debate o tertulias), participar en movimientos
clientes, etc. asociativos, acudir como voluntarios a alguna
organización donde además de aportar su expe-
Pero la vida discurre en un mundo de relación riencia y tiempo a los demás, las personas mayo-
que se ve amenazado cuando envejecemos: res reciben a cambio sentimientos de satisfac-
ción, autoestima y nuevas relaciones sociales.
Nuestros padres, tíos y en ocasiones herma-
nos o hijos se han ido. Deben mimarse asimismo, los lazos con hijos
y nietos, cuidando de que éstos no constituyan
Llega la, a menudo ansiada, jubilación que una explotación para las personas mayores y les
hará que el mundo de la persona mayor comien- impidan disfrutar de su merecido descanso.
ce a limitarse a su entorno más próximo y aun-
que haya establecido vínculos laborales, éstos En fin, no es bueno que el hombre o la mujer
estén o se sientan solos en ninguna etapa de su
vida, y es deseable que las personas próximas a
los mayores (hijos, profesionales, etc.) sean a su
vez conscientes del beneficio que para la perso-
na mayor reporta su circulo social y colaboren
instándoles a mantener y fortalecer sus amista-
des, a nutrirse de ellas y no aislarse.
66 Sesenta y más
ELVIRA SUAREZ GARCÍA / TRABAJADORA SOCIAL
Hacer y mantener tienden a debilitarse al carecer del lugar de
encuentro común: el trabajo.
amistades
Los hijos han abandonado el hogar y en oca-
LLa frecuencia e intensidad de siones trabajan lejos, con lo que su ausencia
nuestras relaciones sociales sufre provoca sentimientos de frustración y soledad.
variaciones a lo largo de nuestra
vida. Desde pequeños nuestros Este desolador panorama de relación se
padres se preocupan por que ten- recrudece con la llegada de un divorcio tardío o
gamos amigos y nos acompañan a más comúnmente de la viudedad.
parques y lugares donde saben que
podemos relacionarnos. Es entonces, cuando la persona (disminuida,
entre otras, su capacidad de adaptación) en no
Es en la juventud cuando la persona pocas ocasiones, se siente sola y frustrada pre-
adquiere un mayor número de relaciones sentando síntomas de depresión y angustia.
sociales; los amigos son frecuentes en esa
etapa de la vida y posteriormente son despla- Sabemos que somos seres sociables y sólo
zados por la pareja o parejas que se formen; nos vemos plenamente realizados en la relación
es frecuente que quien eligió y consiguió vivir de afecto con los demás. Por ello, y en aras de
en pareja pase la mayor parte de su vida rela- la tan manida y deseada, “calidad de vida”
cionado de esta forma y a menudo acompa- debemos instar a las personas mayores a con-
ñado no sólo por su cónyuge, sino también servar sus relaciones y a construir en la vejez un
por los hijos que han llegado. Además en esta nuevo círculo de relaciones sociales que sustitu-
etapa la persona mantiene aún relaciones con ya las pérdidas sufridas en este ámbito vital.
padres, hermanos, tíos, cuñados, etc. A su
vez, el trabajo es fuente de relaciones socia- ¿Cómo hacerlo? Cualquier medio y todos ellos
les, ocupando, en ocasiones, la relación con en sí son beneficiosos para conseguir mantener
los compañeros un lugar importante de la la relación con nuestros congéneres:
vida de la persona, que comparte con otros
semejantes al menos un tercio de su jornada Viajar, solos o en grupos organizados si así se
diaria. Gracias a la incorporación de la mujer prefiere, inscribirse en alguna de las actividades
al mundo del trabajo, esta situación (hasta que los centros sociales programan para las per-
ahora propia de los hombres) es común a sonas de edad: programas de mantenimiento
ambos géneros y vemos cómo las mujeres psicológico y físico (cursos de memoria, gimna-
sustituyen cada vez más sus relaciones con sia, senderismo), de ocio (bailes, juegos), de
vecinas y amigas, por otras que proceden del cultura (aulas de adultos, universitarias, foros de
mundo laboral, compañeros/as, jefes/as, debate o tertulias), participar en movimientos
clientes, etc. asociativos, acudir como voluntarios a alguna
organización donde además de aportar su expe-
Pero la vida discurre en un mundo de relación riencia y tiempo a los demás, las personas mayo-
que se ve amenazado cuando envejecemos: res reciben a cambio sentimientos de satisfac-
ción, autoestima y nuevas relaciones sociales.
Nuestros padres, tíos y en ocasiones herma-
nos o hijos se han ido. Deben mimarse asimismo, los lazos con hijos
y nietos, cuidando de que éstos no constituyan
Llega la, a menudo ansiada, jubilación que una explotación para las personas mayores y les
hará que el mundo de la persona mayor comien- impidan disfrutar de su merecido descanso.
ce a limitarse a su entorno más próximo y aun-
que haya establecido vínculos laborales, éstos En fin, no es bueno que el hombre o la mujer
estén o se sientan solos en ninguna etapa de su
vida, y es deseable que las personas próximas a
los mayores (hijos, profesionales, etc.) sean a su
vez conscientes del beneficio que para la perso-
na mayor reporta su circulo social y colaboren
instándoles a mantener y fortalecer sus amista-
des, a nutrirse de ellas y no aislarse.
66 Sesenta y más