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Firma
INVITADA
¿Es importante
la terminología?
Rosa Lucerga
Algunos afirman que las palabras no importan, que lo importante son
los hechos. Que esto de los nombrecitos son disquisiciones. Muchos
de ello se quejan porque cada tanto aparecen nuevas expresiones
prohibidas. Ahora ya no se puede decir subnormales, ni viejos, ni
inválidos y desde hace poco tampoco se puede decir minusválidos. Y
mucha gente se sorprende: ¡pero si todavía no nos habíamos acos-
tumbrado a lo de los minusválidos y ya es incorrecto!
Y el personal se dice: “es que uno ya no sabe como hablar”. En una ocasión escu-
ché decir a una persona: “mira, yo no les nombro y en paz”.
El nombre Pero otros, quizá más sesudos, insisten que esto del lenguaje hay
que tomárselo en serio. La propia OMS considera que “el nombre que
que damos damos a las cosas se relaciona íntimamente con nuestro modo de afron-
a las cosas se tarlas” y que, a su vez “la terminología empleada influye en las actitudes
relaciona ínti- sociales”.
Algunos intelectuales: filósofos, psiquiatras o lingüistas afirman que
mamente con somos palabras y que el lenguaje es constitutivo de los seres humanos.
nuestro modo Todos los términos que se han ido empleando para designar limita-
ciones humanas relacionadas con la enfermedad, con la discapacidad, con
de afrontar- el transcurso del ciclo vital o con cualquier otro fenómeno que implique
las. Sin duda lo carencia, tienen un componente cultural y están inevitablemente contami-
nados por la concepción que una sociedad tenga de estos fenómenos.
importante es
No es casualidad que todos estos términos, tras un tiempo de
el ser humano, vigencia, se hayan ido contaminando de aspectos peyorativos, teñidos de
que porta las la realidad a la que aluden.
capacidades y
las discapacida- Sin embargo querría hacer una reflexión: no suele cuestionarse la
des. terminología meramente descriptiva, persona ciega, sorda, o parapléjica,
¿qué ocurre en cambio con los términos que tratan de agrupar varias pro-
blemáticas en una sola categoría? Imagine el lector un apuesto ingeniero
tiene una paraplejia y está en una silla de ruedas, pero a fuerza de volun-
tad y gracias a la inteligencia que la naturaleza le dio, consigue mantener
su trabajo y mantener su vida familiar con bastante normalidad. ¿Es lícito
que una discapacidad parcial afecte al conjunto de su identidad?
La diferencia entre las capacidades/discapacidades de los seres humanos es siem-
pre cuestión de grado y además es multidimensional. Quizá nuestro ingeniero
tenga una discapacidad motriz, pero tenga capacidades que le hagan ser muy
capaz.
Entre tanto la Administración española, en su Real Decreto 1856/2009, de
4 de diciembre, de procedimiento para el reconocimiento, declaración y califica-
ción del grado de discapacidad, modifica la terminología, adaptándose a nuevas
corrientes internacionales y sustituye el término “minusvalía” por el de “discapaci-
dad”.
Decidan en todo caso los lectores si la terminología es importante o no.
A utonpeorsmoníaal 98
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INVITADA
¿Es importante
la terminología?
Rosa Lucerga
Algunos afirman que las palabras no importan, que lo importante son
los hechos. Que esto de los nombrecitos son disquisiciones. Muchos
de ello se quejan porque cada tanto aparecen nuevas expresiones
prohibidas. Ahora ya no se puede decir subnormales, ni viejos, ni
inválidos y desde hace poco tampoco se puede decir minusválidos. Y
mucha gente se sorprende: ¡pero si todavía no nos habíamos acos-
tumbrado a lo de los minusválidos y ya es incorrecto!
Y el personal se dice: “es que uno ya no sabe como hablar”. En una ocasión escu-
ché decir a una persona: “mira, yo no les nombro y en paz”.
El nombre Pero otros, quizá más sesudos, insisten que esto del lenguaje hay
que tomárselo en serio. La propia OMS considera que “el nombre que
que damos damos a las cosas se relaciona íntimamente con nuestro modo de afron-
a las cosas se tarlas” y que, a su vez “la terminología empleada influye en las actitudes
relaciona ínti- sociales”.
Algunos intelectuales: filósofos, psiquiatras o lingüistas afirman que
mamente con somos palabras y que el lenguaje es constitutivo de los seres humanos.
nuestro modo Todos los términos que se han ido empleando para designar limita-
ciones humanas relacionadas con la enfermedad, con la discapacidad, con
de afrontar- el transcurso del ciclo vital o con cualquier otro fenómeno que implique
las. Sin duda lo carencia, tienen un componente cultural y están inevitablemente contami-
nados por la concepción que una sociedad tenga de estos fenómenos.
importante es
No es casualidad que todos estos términos, tras un tiempo de
el ser humano, vigencia, se hayan ido contaminando de aspectos peyorativos, teñidos de
que porta las la realidad a la que aluden.
capacidades y
las discapacida- Sin embargo querría hacer una reflexión: no suele cuestionarse la
des. terminología meramente descriptiva, persona ciega, sorda, o parapléjica,
¿qué ocurre en cambio con los términos que tratan de agrupar varias pro-
blemáticas en una sola categoría? Imagine el lector un apuesto ingeniero
tiene una paraplejia y está en una silla de ruedas, pero a fuerza de volun-
tad y gracias a la inteligencia que la naturaleza le dio, consigue mantener
su trabajo y mantener su vida familiar con bastante normalidad. ¿Es lícito
que una discapacidad parcial afecte al conjunto de su identidad?
La diferencia entre las capacidades/discapacidades de los seres humanos es siem-
pre cuestión de grado y además es multidimensional. Quizá nuestro ingeniero
tenga una discapacidad motriz, pero tenga capacidades que le hagan ser muy
capaz.
Entre tanto la Administración española, en su Real Decreto 1856/2009, de
4 de diciembre, de procedimiento para el reconocimiento, declaración y califica-
ción del grado de discapacidad, modifica la terminología, adaptándose a nuevas
corrientes internacionales y sustituye el término “minusvalía” por el de “discapaci-
dad”.
Decidan en todo caso los lectores si la terminología es importante o no.
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