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Editorial
Editorial
Ilustración de Virginia Fernández Manotas. Alumna del SOCP
ntes del verano, os hacemos una nueva entrega del Boletín SOCP nº24 con artículos
Aque esperamos encontréis de especial interés.
En la sección de Actualidad, Cristina Rubio nos cuenta la historia de Martin Pistorius,
un chico que a los doce años le diagnosticaron una meningitis criptocócica y poco a
poco fue perdiendo la movilidad hasta acabar en coma. Martin recuperó la conciencia
a los dos años de caer en ese estado vegetativo, pero, al no poder moverse ni poder
manifestar su conciencia, permaneció así hasta los 24 años. Una historia muy particular
si tenemos en cuenta todo lo que ha oído y sentido sin que los demás lo supieran.
Otra historia que os llamará la atención es la vida de Alison Lapper, una luchadora
nata que ha conseguido cumplir sus metas pese a haber nacido con focomelia, en una
época en la que las discapacidades conllevaban muchos prejuicios.
En la sección de Entusiasmo2.0, Manuela Ruiz nos habla de sueños y aspiraciones
que tiene respecto a los alumnos del SOCP desde la pedagogía y la tecnología,
de un aprendizaje más personal, una integración social y educativa por parte del
colectivo con discapacidad más sólida, y de las oportunidades en la red para cumplir
dichas metas. Las TIC se han convertido en un medio que no debemos desaprovechar.
Un buen ejemplo del buen provecho de los recursos presentes en la web es Juan Ignacio
Pérez Delgado, al que hemos entrevistado online en este número para la sección de
Mi Paso por el SOCP y donde nos cuenta cómo le va con sus estudios de Psicología
en la plataforma de la UNED. ¿Quién le iba a decir a Juan Ignacio cuando entró que
acabaría siendo universitario? Y es que cuando una persona se propone un objetivo y
además dispone de herramientas para lograrlo, nosotros, el equipo profesional de SOCP
conseguimos cumplir un sueño; ver a nuestros alumnos “Volar Alto”
En Deportes Adaptados, Nino Yáñez nos cuenta la historia de Jennifer Bricker,
una deportista paraolímpica a la que el hecho de haber nacido sin piernas no le ha
impedido dedicarse a su pasión: El deporte. Pero lo más curioso es que a Jennifer,
esta vocación parece ser que le viene de familia, no de su familia adoptiva, si no de
su familia biológica de la que no supo quiénes eran hasta los 16 años. Fue entonces,
cuando descubrió que su ídolo olímpico de la infancia, era su hermana de sangre.
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