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CARTAS |
A mi nieto A la pequeña de su Una vez tuve
Pablo abuelo un caballo
En mi escueto poema Nuestra pequeña Esther, dulce caramelo de Era una noche de luna,
quiero a ti expresarte criatura, que junto a ella vuelvo a vivir el clara como el mediodía,
cuán agradecida estoy encanto y la ternura de años pasados, cuan- y mi caballo estrellado
y cómo te comportaste. do creí que mi vida era toda soledad, vuel- en el arroyo bebía.
ve en mis bellos recuerdos que viví con la
¡Qué gesto y qué detalle! familia que formamos ella y yo. Miro con
Yo, con mis ojos cerrados, ternura sus gestos con su pequeño cuerpeci- El agua siempre alumbrada
no sé si quedé dormida to, como antaño comentábamos nosotros la cual plata que relucía,
o tal vez fuera soñado. evolución de nuestros hijos hoy convertidos y el caballito al beberla
en adultos y madre. Siento quizás más sen- su propia imagen veía.
No los abras, me decías, sación de protección a mi pequeña cuando
con paciencia y esperando antes, tal vez por nuestra ocupación, nos Era alegre mi caballo,
el final del tratamiento faltó tiempo para dedicaros a vosotros. Hoy mirada que conmovía,
que me estaban inyectando. disfruto simplemente mirando a la peque- a veces me daba besos
ña; quizás mi ser, ya a mi edad, desarrolle a y con amor me lamía.
Muchas cosas muy bonitas tope ese don que tenemos los humanos para
se quedan en el tintero, intentar proteger y sentir con los años que Hoy recuerdo aquel caballo
cien años me llevaría, todavía sentimos como padres y, hoy, ya que al galopar se perdía,
cariño, pero no puedo. también abuelos. Seguiré escribiendo más pareciendo que a su paso
cosas cuando esté más tiempo con ella. los árboles se movían.
Mis palabras se bloquean
igual que mis pensamientos Anoche lo pasé mal oyendo tus llantos, Sus orejas, al mirarlas
anulando toda idea, pequeña. Tus padres, algo más tranquilos,
dejándola en punto muerto. intuían el porqué de tus lloros. Me comen- parecía que lucían,
taban que los niños a tu edad a veces tienen agitadas por el viento
¡Qué sentimiento, qué arte!, gasecillos en el estómago, lo cual te hace y bailando en armonía.
aquel que tuvo mi nieto: pasar un rato de malestar, pero tu pequeño
puso una flor en mi mano cuerpecito se sintió protegido y amparado ¡Oh, caballito estrellado,
y en mi mejilla un beso. abrazado en el pecho de tu madre y así te rey de praderas floridas,
venció el sueño. Yo, quizás por los años, no tus herraduras brillantes
Hacer este poema recuerde que, tal vez, cuando tu madre era lucieron en serranías!
trabajo me ha costado, criatura también buscaba la ternura de los
pero mi voluntad férrea brazos de su madre que la amparaban en las Tus trotes fueron ternura
conseguirlo ha logrado. pequeñas molestias. Los años te roban re- y la gran algarabía,
cuerdos, pero te los vuelven a dar observán- cuando al pisar los guijarros
¡Cuánto te he valorado! dote a ti, la pequeña de la familia. musicales parecían.
¡Es semilla de tu padre
y quien te ha engendrado! Hoy ya es todo diferente, has mamado Nunca olvidaré tu trote,
Bendita por siempre sea el biberón y estás tan risueña tumbada en ni tu mirada armoniosa,
la madre que a ti te trajo. tu pequeña hamaca intentando coger los
pequeños muñecos que cuelgan del arco las orejas puntiagudas
Sigue siempre así, consiguiendo, de esta forma, ejercitar tus y tu pose cadenciosa.
no cambies. pequeños brazos y manos. Ahora, en estos
Te quiero. Tu Abueli. momentos, estás en tu camita durmiendo José Rey Suárez
con gesto de serenidad. (Madrid)
Pepita Reyes Vargas
(Sevilla) Francisco Galiana Lloret
(Madrid)
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