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| OPINIÓN

s un hecho notorio el elevado número existente de jubilados en nues-
Etro continente. Son personas de uno y otro sexo que, después de una
larga vida laboral en múltiples actividades, han llegado por su edad al merecido
descanso del que disfrutan actualmente, disponiendo de abundante tiempo libre
EUROPA EN para practicar viejas aficiones, juegos, tertulias, deportes adecuados, viajes, etc.
Forman una inmensa legión de hombres y mujeres de todas las nacionalidades
LAS VIVENCIAS europeas, con sus valores personales, méritos profesionales y, especialmente, la

TURÍSTICAS DE mayoría, por no decir todos, con una intensa experiencia de la agitada y hasta
conmocionada vida por estas latitudes (con dos grandes guerras en un corto
LOS MAYORES periodo de tiempo), una destacada formación humana en muchos aspectos, re-
levante madurez mental, acusada cultura en multitud de casos y en todos esa
sabiduría que se alcanza con la alta cima que representa la ancianidad; tan con-
siderada fundadamente por los antiguos griegos y romanos. Dispone de un ex-
tenso caudal de doctrina propia elaborada en el transcurso de muchos años, dado
que esta existencia es la escuela más formidable que puede imaginarse; porque
cada día, siempre, se pueden aprender cosas nuevas desde la más tierna infancia.
De modo que, cuando el ser humano llega a la “edad de oro”, prácticamente, es
un especialista en muchas cosas y un sabio. Esto lo comprobamos enseguida si
Ángel Las Navas Pagán
tenemos un cambio de ideas con estas personas. ¡Cuánto podemos aprender de
los viejos! ¡Qué atinados son sus juicios y razonamientos! ¡Cómo profundizan
en los más diversos temas! ¡Qué amplitud de conocimientos poseen y qué vera-
ces sentencias salen de sus labios! Parecen verdaderamente oráculos vivientes.
He empleado la palabra viejo y he de decir que no me gusta este vocablo apli-
cado a estas personas. Pues, afortunadamente, la mentalidad actual hace de los
mayores que sigan siendo jóvenes de espíritu y corazón, desterrando complejos,
con muchos deseos de vivir (ahora sin obligaciones laborales) y hacer bastantes
cosas que les apetecen y agradan, como viajar, por ejemplo. El turismo, como
todos sabemos, encierra enormes atractivos e ilusiones y ofrece la cautivante
posibilidad de convertir en realidad antiguos sueños, al mismo tiempo que sirve
de conocimiento y compenetración con hombres y pueblos de otras culturas y
razas, creando en suma lazos de fraternidad. Quizá la misión más trascendente
del turismo, aparte de su carácter de fuente de riqueza, sea la de servir de base
para el diálogo y la amistad, el entendimiento y la comprensión entre las varia-
das etnias y distintas naciones, cada una con sus características y peculiaridades
muy marcadas, que componen el tupido mosaico del solar europeo. Es induda-
ble que el turismo de las personas mayores puede llevar a cabo la gran empresa
de conseguir una Europa más unida y en paz. Por otra parte, todos los rincones
de este continente brindan especiales alicientes turísticos, de las más variadas
clases, como para establecer una perenne corriente de traslación de visitantes de
un lugar a otro, borrando fronteras ideológicas y recelos. Fomentar estos entra-
ñables contactos humanos a nivel internacional supone, dentro del ancho campo
de las afinidades y circunstancias propicias, trabajar por la gradual integración
de las gentes y pueblos de Europa en un conjunto armonioso y en paz, con la
alegre perspectiva de radiantes horizontes de esperanza y prosperidad, sustitu-
yendo el macabro tronar de los cañones y amenazantes “guerras frías” por la
solidaridad y el fecundo trabajo como un jubiloso himno al progreso.
Los hombres y mujeres de la “edad de oro” no están acabados ni son personajes
ya inútiles, destinados al desván de los olvidos. El destino les asigna un hermoso
y espléndido cometido en el mundo actual de sociedades deshumanizadas y en
crisis. Ellos pueden aportar generosamente su gran riqueza de ideas, experien-
cias y soluciones para construir un futuro más amable y venturoso para todos,
creando distensión y acercamiento.

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