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| OPINIÓN










          ANTE UNA

          NUEVA

          PERSPECTIVA                         s un hecho irrefutable que todo evoluciona con el devenir del tiem-

          MUNDIAL                         E  po. Por eso me sorprende que la práctica de la lectura se mantenga
                                          pese a la invasión del lenguaje informático de las web, los “input” y
                                          “output” que tratan de gobernar nuestra existencia en un mundo de
                                          imágenes. Y es que lo fidedigno aún permanece en la letra impresa.
                                          Quizá sea el lenguaje el que creó al hombre. El lenguaje soy yo, mí mis-
                                          mo, cuando estoy en mí íntima profundidad. Ese monólogo interior
                                          multilingüe, la epifanía que nos mueve hacia el encuentro con los otros
                                          y con el mundo exterior resulta confortante para los mayores.

                                          Y lo sería mucho más si desterráramos de nuestro lenguaje cotidia-
                                          no las cosas desagradables y preocupantes, y trajéramos a colación las
                                          afortunadas. Sería una forma de combatir las dificultades que presenta
                                          una sociedad empobrecida a nivel mundial que afecta ostensiblemente
                                          a los mayores, considerados en algunos países de occidente como “un
        César de la Lama                  peso económicamente inútil”. Profundos cambios se están introducien-
        Escritor y periodista             do en nuestro país que van a repercutir en el bienestar de los ciudada-
                                          nos y especialmente de los mayores. El Consejo Estatal de las Personas
                                          Mayores, cuyo objetivo principal es procurar un envejecimiento activo
                                          –en ese deseo de “añadir vida a los años”–, contribuye desde su orga-
                                          nización a alargar la existencia y que los mayores aporten a la sociedad
                                          de nuestros días sus actitudes y conocimientos que podrían perderse
                                          sin su estímulo. La jubilación no debe concebirse como una quiebra
                                          de nuestras vidas, cuando ya estamos a punto de alcanzar el cenit de la
                                          existencia. Sino todo lo contrario. De aquí que se contemple la prolon-
                                          gación de la edad laboral, ante una nueva percepción del aumento de
                                          años de vida del ser humano. Lo que redundaría no solo en su propio
                                          beneficio directo, sino que todos contribuiríamos a que la sociedad pu-
                                          diera subsistir en la nueva situación mundial de carestía. La vida se ha
                                          alargado, cierto. Pero también se ha hecho más hostil, más dura, pese a
                                          la atención de las instituciones públicas que consideran al mayor un ser
                                          integrado y holístico en un área social favorable en la que se pueda de-
                                          fender de esa nueva situación de empobrecimiento que invade el mun-
                                          do. Por eso nuestros estamentos sociales, a cuyo frente se encuentra el
                                          Imserso, desarrollan una política de protección en torno a los mayores
                                          que se traduce en procurarles una mejor calidad de vida.

                                          ¡Que horrible espantajo de fealdades es la vejez si la bondad no la em-
                                          bellece!, escribe Benavente en “Los andrajos de la púrpura”. Aquí, en
                                          nuestro país, se imparte esa bondad con generosidad a la vez que una
                                          sanidad pública que figura entre las mejores del mundo que se propone
                                          ahora avanzar en el mejoramiento del sistema.







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