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Opinión
RAFAEL DEL CAMPO CANO / ESCRITOR Y DIBUJANTE
El Cerebro: “Su Seguro Servidor”
unque haya sido necesario el espesor de proyecto que le atraiga y le inspire; cumplirá años,
siglos, en cuanto a la evolución de la pero no envejecerá.
especie humana se refiere, hoy ya sabe- El excelso violinista, Yehudi Menuhin, solía
mos que nuestro cerebro, —bien acora- repetir con gran frecuencia, tanto a sus discípulos
zado en la caja craneana—, necesita de como en charlas y conferencias: “Si dejo de prac-
Aconstantes estímulos para poder traba- ticar un sólo día, lo noto yo; si son dos, días lo nota
jar y ofrecernos sus inestimables prestaciones, tanto mi familia, y si son tres lo nota el público en la
en cantidad como en calidad, y a todos los niveles. sala de conciertos”. Del mismo criterio era el estu-
Llegado a este punto no hemos de olvidar el herma- pendo ajedrecista soviético Petrosian, al afirmar:
namiento entre el cuerpo y la mente, cual si de un “Si permanezco un día sin tocar las fichas lo noto
tándem perfecto se tratase. Bien es cierto, que en yo; y si son dos días lo notan mis contrincantes”.
cuanto a nuestro cuerpo físico se refiere, no hemos Pues bien; si éstas personas de férrea disciplina y
de regatearle el reposo, pero tampoco permitirle un facultades anímicas e intelectuales, —hasta un
descanso superfluo y prolongado, ya que pudieran extremo asombroso—, percibían la merma en su
encenderse luces rojas en forma de avisos, entiénda- rendimiento profesional, con tan sólo dos días de
se colesterol, obesidad, diabetes etc. De igual modo, inactividad, ¿qué no sucedería con quienes se
nuestras neuronas también pueden protestar si las abandonan en el ejercicio de sus aptitudes, habili-
dejamos “olvidadas y cubiertas de polvo del salón en dades y creatividad?.
el ángulo oscuro”, —que diría Bécquer—. Nuestro Lo anteriormente dicho me toca muy de lleno,
cerebro, auténtico depositario de las facultades aní- dada mi doble faceta de escritor y dibujante,
micas y creativas, requiere y exige la colaboración de pudiendo constatar, con agradable sorpresa, que
nuestra voluntad consciente para continuar ofrecién- el cultivo de una especialidad enriquece y refuer-
donos “prestaciones” y enviando, a su vez, las órde- za la creatividad en la otra. Yo sabía que el “inven-
nes pertinentes al resto de nuestro componente fisio- to” (funcionaba, !pero no tanto!, viniendo a echar
lógico, a fin de que todo ello funcione al unísono. Al por tierra aquello de: “casa de dos puertas...” Si el
nacer tomamos posesión de este mundo físico y que mueve las piernas mueve el corazón, nada
dinámico. El cerebro es, por lo tanto, dinamismo diganos de quién “mueve” el cerebro. Y es, preci-
puro, pero sus facultades y funciones pudieran ralen- samente aquí, donde radica el secreto de una lon-
tizarse, incluso estancarse dramáticamente si no las gevidad activa, creativa y provechosa.
alimentamos y atendemos mediante la fuerza del Por moverme en el mundo del grafismo y la ilus-
deseo, —entiéndase entusiasmo por todo cuanto nos tración, conozco a un extraordinario dibujante y
rodea—. El maravilloso mecanismo, formado por las amigo; —Julen Zabaleta Barrenetxa—, quien, a
llamadas “células nobles” (neuronas, neuritas y den- sus ochenta y ocho años compite con la regla y el
dritas) Pudiera llegar a “oxidarse” por falta de uso; y cartabón, trazando a pulso líneas verticales y hori-
todos sabemos con qué fatales consecuencias. Es, zontales sobre la cartulina, pero sin servirse de los
precisamente en el terreno o esfera del arte, —siem- instrumentos antes citados, pudiendo decirse que
pre que lo cultivemos de forma continuada—, donde su mano constituye un auténtico tiralíneas.
más claramente se pone de manifiesto la importan- ¿Quien dijo aquello de, “a la vejez viruelas”?…
cia del alimento espiritual y anímico para mantener- Los que a esto se agarraron, ellos mismos se colo-
nos positivos, en forma, y constantemente en alza. El caron al cuello el nudo corredizo y bebieron ente-
entusiasmo por el trabajo que uno mismo realiza ro el amargo vaso de la cicuta. Cultivemos, por lo
constituye el auténtico motor de vida, pudiéndose tanto, el cerebro, prestémosle la debida atención,
decir que la persona no envejece mientras tenga un y hagamos de él nuestro más seguro servidor.
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