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Opinión
FERNANDO MARTÍN GALÁN / MAYOR
El abandono del mayor o el mayor abandonado
esulta escalofriante leer y oír vas personas a su alrededor que, mayoritaria-
en los medios, que un número mente, procurarán que tenga unas atenciones
importante de Mayores falle- parecidas —nunca iguales— a las que disfru-
cen en el más completo aban- taba en compañía de su pareja. Esas atencio-
dono. Están totalmente solos nes, ese cariño, serán totalmente distintas a
R en el momento final de sus aquellas que disfrutaba en compañía de su
vidas. Es doloroso si, pero absolutamente cónyuge, aun cuando, en algunos casos, qui-
cierto. zá mejoren las que recibían y compartían
Sus hijos/as o familiares no prestan, apa- antaño.
rentemente por razones diversas, la atención Hay instantes en que el Mayor saca de den-
que requieren los Mayores a esa compleja y tro de sí una rebeldía; un afán de negación a
avanzada edad. En algunos casos, es el pro- la propuesta que le hacen para ingresar en
pio Mayor el que no quiere estar con sus una Residencia para Mayores, y se opone a
hijos/as. Prefiere estar solo, a veces en su pro- ello total y frontalmente. En otras ocasiones,
pio hogar; aquella casa que compartió duran- es un orgullo o una forma distinta de inter-
te años con su cónyuge. Un hogar lleno de pretar la vida, que no le permite analizar, en
recuerdos de su pareja, de sus hijos, de sus profundidad, los beneficios y perjuicios que
nietos, de proyectos e ilusiones conjuntas; el ingreso en una Residencia le pueden pro-
recuerdos agradables unos, otros no tanto, porcionar. Es necesario reconocer que, a
pero recuerdos al fin y al cabo que sustentan veces, en el fondo de esa proposición existe
esos años de vida que ve transcurrir, y discu- un deseo, por parte de los proponentes, que
rrir, en espera de que ocurra lo que, por ley de puede apuntar en dos sentidos: Uno, el más
vida, ha de suceder. loable, que se mire exclusivamente el bienes-
En otras ocasiones, el Mayor permanece en tar del Mayor pensando que ya es hora de que
una Residencia para Mayores, privada o regi- tenga una vida mejor y más plena, siendo ello
da por la Administración Pública. En este una manera de premiar los esfuerzos realiza-
caso, cuando el Mayor ingresa como residen- dos anteriormente. Otro sentido es aquel,
te, se le suele permitir que lleve consigo — totalmente reprochable, que solamente busca
para colocar en su habitación— algún tipo de eludir responsabilidades del cuidado del
recuerdo: Un pequeño mueble, un adorno, Mayor, ya que el Mayor “molesta”: hay que
unas fotografías, etc. Es decir, una muestra atenderle, escucharle, etc. y no se le puede
que le sirva de conexión a todo lo que ha “usar” para que cuide de los nietos/ as o lle-
dejado tras de sí en el momento de ingresar ve a cabo unas tareas que le “distraigan” con
como residente. Algo que le recuerde, en fin, la excusa de que... “como tú ya no tienes
otros tiempos, otros cariños y cuidados. Algu- nada que hacer, pues...” Si bien, reconozca-
na cosa u objeto que, en conclusión, le sirva mos que, a veces, esas actividades sirven de
para darse cuenta que su forma de vivir ha mucho.
cambiado totalmente. Que ya no está en su Como final, pensemos que el Mayor nunca
hogar. Ahora tiene un nuevo domicilio. Nue- debe estar solo. No se lo merece.
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