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Opinión
ROSA ROMÁ / ESCRITORA
Alguna vez
fuimos jóvenes
ertenezco a una generación juventud para disfrutar de lo que tuvo
que no solía bailar el pasodo- cuando poseía la mejor riqueza, la ilusión,
ble y pasó del bolero y del el ímpetu para no cejar en ningún empeño,
vals al “rock” y el “twist”, para ir hacia el futuro y atraparlo, aunque
una locura para los adultos de supiéramos de antemano que se nos esca-
P entonces, que tardaron en paba.
considerarnos sensatos, a pesar de que Ahora, con calma, en la medida que len-
nuestra indumentaria nos daba un aspecto tificamos nuestros movimientos, parece
de mayor que hoy no tienen los “jóvenes” que el tiempo se apresura, no va a nuestro
de cuarenta, esas mujeres que visten pren- ritmo y debería ir, porque nosotros no
das ajustadas enseñando piernas y mucho podemos marcar su mismo paso. Vemos
ombligo, y esos hombres que usan camise- desvanecerse en la nada aquéllo en lo que
tas de llamativos colores. La bolsa de un día creíamos ciegamente, y desapare-
deportes ha pasado a ser un complemento cen amigos y familiares que solamente
indispensable para ellos. existirán en nuestra memoria, en la que
Nosotros no interveniamos en los asuntos perdura su alegría, sus mejores momentos
de los “adultos”, y si alguna vez decíamos absorviendo la vida como un elixir, o mor-
algo serio se nos miraba con cierto asombro, diéndola con fieras dentelladas, para que
poco dispuestos a creer que pudiéramos no se fuera. Pero se fue. Bueno es que nos
tener una visión sensata. quede, al menos, la capacidad de emocio-
Muchas de nosotras, atendimos a nues- narnos, al ver que todo sigue renovándose
tros hijos sin la ayuda de los abuelos, cada día, mientras caminamos con la
guiadas por un afán de independencia que esperanza de no marchitarnos, para que no
nos hizo sentirnos libres trabajando más. tengan que arrancarnos todavía de ese jar-
Y cuando nuestros hijos crecieron, nos dín en el que a cada instante brotan los
ocupamos de nuestros padres, por tener seres que traerán savia diferente. Ellos
ellos la suerte de vivir más que nuestros serán los habitantes de ese otro mundo
abuelos. que ya no pisaremos y nuestra vida lo será
Ha sido nuestra vida un viaje del paraí- en la medida que permanezcamos en su
so de la infancia al sendero de la madurez recuerdo. Porque, eso sí podremos ser,
que intenta ahora, cumplidos los sesenta, cuando ellos recojan el poso que dejamos
prolongar un tiempo en el que recuperar la de lo que un día fuimos.
66 Sesenta y más