Page 17 - ses255

014-017SESENTA 29/11/06 09:49 Página 17
“Cuando uno vive ya casi ochenta
años, que son los próximos que
cumpla, pues da tiempo a acumular,
entre otras cosas, premios”
sangre y, después de haber sido pro-
fesor tantos años, tiene uno todos sus que murió con veinte años en el año
discípulos que no puede olvidar. El
mejor de mis discípulos y el más vin- la carretera es terrible.
culado a mí, Juan Ramón Lodares,
murió el año pasado. Falleció en un
accidente de automóvil. Yo he tenido
dos golpes muy duros: mi nieta mayor, te. Fíjense si es verdad que este
2000 y Juan Ramón Lodares. Esto de
— Algunas de sus obras son: “El habla cía Juan Ramón Lodares: “Gregorio
de Cúllar-Baza: contribución al estu- Salvador está hecho de otra pasta”.
dio de la frontera del andaluz” (1985),
“Unidades fonológicas vocálicas en el
andaluz oriental” (1977), “Política
lingüística y sentido común (1992) o
“El eje del compás” (2002), de Plane-
ta. Ahora desaparecido. ¿Qué piensa
acerca de que Internet invada las au-
las?
Internet invade las aulas, invade las
casas, invade todo. Internet es una
posibilidad bárbara de acceso a una
serie de conocimientos, pero el in-
conveniente que tiene es que no tie-
ne la seguridad que ofrecen los li-
bros o una enciclopedia. Uno sabe
cuáles son sus valores, qué es de
fiar y qué no. Internet proporciona
mucha información, pero no siempre
se tiene seguridad. Internet es una
cosa que está empezando, supongo
que acabará teniendo la misma se-
guridad. También falta una legisla-
ción que, de momento, no la tiene.
— Usted presentó el pasado mes a la
prensa una colección suya de cuen-
tos: “Nocturno londinense y otros re-
latos”. Ahora bien, pero su penúltimo
libro, de Espasa: “El destrozo educa-
tivo”, dice mucho de la educación ac-
tual, ¿no?
Sí, un destrozo…
Cuando me despido de un hombre
lleno de sabiduría, impregnado de
dulzura, discreto y sabio es un re-
galo de la naturaleza al que sólo
puedo dar gracias. Le digo: “Don
Gregorio está usted igual que hace
seis años que le conocí, parece que
no han pasado los años”. Realmen-
te, me asombra y lo digo convenci-
da. El equilibrio personificado exis-
hombre desde que tiene veintisiete
años pesa en kilos lo mismo, su
peso sólo ha oscilado en dos. ¡Qué
equilibrio! Y ¡Qué pasta! Como de-
Sesenta ymás 17