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                                         Opinión






                                         AURELIO LABAJO PELLÓ / PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE JUBILADOS DE LOS COLEGIOS PROFESIONALES

              Mi abuela Pepa                                                         de ésta, hasta que a las 12 de la noche,


                                                                                     como era costumbre, todos los disfrazados
                                                                                     se quitaron la máscara. Siempre contó con
                                                         i abuela materna se lla-
                                                                                     gracia el chasco que se llevó el muchacho y
                                                         maba Josefa Vives Mes-      los celos que llegó a levantar en su hija.
                                                         tre. Para su tiempo, fue
                                                         una mujer excepcional.        Pero, entre otras muchas bromas que
                                                         Lo mismo actuaba de
                                                                                     protagonizó, quizá la más divertida fue la
                                         M comadrona, para traer un                  que gastó a un matrimonio norteamericano
                                         niño al mundo, que dirigía con acierto las
                                                                                     con el que intimó en el trasatlántico que
                                         labores chacineras posteriores a la matan-  los traía a España, desde Estados Unidos.
                                         za del cerdo. Para ambos delicadísimos
                                                                                     La ingenua pareja americana preguntó a
                                         trabajos la llamaban de pueblos y caseríos  mi abuela Pepa cómo se saludaba en espa-
                                         cercanos.
                                                                                     ñol. Ella, con la mayor de las seriedades,
                                                                                     les dio la fórmula siguiente: "Ya he meado;
                                           Había nacido en el siglo XIX, allá por
                                                                                     ya he cagado". Y ellos, con la mejor de sus
                                         1880, en una villa de la Marina Alta alican-  sonrisas, saludaban a mi abuela y a su
                                         tina. Como ayudante de albañil, con su
                                                                                     hija, cada mañana, con la consabida fór-
                                         novio, mi abuelo Quico, y jóvenes amigos,   mula, aunque, claro, con acento inglés. Mi
                                         levantó una casa espaciosa de dos pisos con
                                                                                     abuela Pepa no llegó a saber quién, ya en
                                         paredes de mampostería, con su amplio       España, desengañó y tradujo al matrimonio
                                         corral y su establo. En varias ocasiones via-
                                                                                     norteamericano el significado de lo que
                                         jó a Orán, cuando esta ciudad argelina      aprendieron a bordo.
                                         ostentaba todavía los rótulos de sus calles
                                         en español. En 1925, abrió una pensión        Tampoco me libré yo de alguna de sus
                                         para trabajadores españoles en Nueva York.  agudezas. En una ocasión, mi abuela, con
                                         Allí vivió con su hija mayor, hasta la gran  cara muy seria, me dijo:
                                         depresión de 1929. Tenía estudios prima-
                                         rios,    sabía    leer     y    escribir      “Me ha dicho don Ricardo, el maestro,
                                         y hablaba español, valenciano, francés      que has faltado esta mañana a clase.”
                                         y chapurreaba el inglés.
                                                                                       Era verdad. Me puse colorado y lo negué
                                           Tenía buen oído para el canto y hermosa   con la cabeza.
                                         voz. Todavía recuerdo algunas estrofas de la
                                         vida del bandido generoso José María el       “¿Has visto cómo se te ha quitado el hipo
                                         Tempranillo, que ella me cantaba.           que tenías?” siguió aclarando mi abuela.


                                           Su buen humor era proverbial. En unos       El hipo, ciertamente me lo cortó, pero
                                         carnavales, consiguió hacerse pasar por una  nunca supo ella que lo de haber faltado a
                                         de sus hijas, y estuvo bailando con el novio  clase era cierto.














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