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Al despertarme me daba una relajante ducha,
transfiriéndome a la silla de la bañera, ¡no me
lo creía! me estaba duchando sin necesidad de
ayuda, toda la ayuda que necesitaba me la
ofrecían los diversos aparatos de la casa, mi
esponja llena de jabón frotándome el cuer-
po(incluso llego a los pies sin necesidad de
agacharme mucho) y después me encontraba
con que el grifo estaba a mi alcance, me podía
secar, salía de la bañera y me vestía e incluso
me afeitaba (aunque siempre con pequeños
cortes, debido a mi inexperiencia) salía del
baño ya aseado y con ganas de realizar otra
tarea.
Ahora tocaba hacer la cena, eso era lo más
gratificante, yo que siempre creí que eso de
cocinar sería imposible para mí, ¡quien me lo
iba a decir!, que haría platos buenísimos (cer-
tificado por mis compañeros), era simple, sólo
preparar los ingredientes (quizás, ese es el tra-
bajo mas laborioso, picar las cebollas, ajos…
abrir latas y aliñar los platos). Después solo
teníamos que mezclar los ingredientes y
meterlo todo en el horno, el microondas, en la
sartén o en una olla, y mientras se calentaba la
cena, se ponía la mesa con la ayuda de una
simple bandeja. Y a comer se ha dicho.
Después de comer teníamos que recoger la
mesa bien con una bandeja o con la camarera,
eso depende de la cantidad de cosas que haya
que recoger y llevarlo todo al fregadero, no
sin antes echar los restos de comida en la
basura, y ¡a fregar! sólo teníamos que coger el
delantal y ponernos manos a la obra ¿Qué si
podíamos hacerlo? POR SUPUESTO, todo,
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