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CARTAS |







               Reflexiones de un sexagenario


                                                     Juan Siso Martín, profesor de Derecho Sanitario  de la Facultad de Ciencias de la
                                                     Salud de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

                     l fin el fin. Se te pasan 40 años   No alcancé, en todos mis años de vida   rueda de la vida, va adquiriendo otro
               A de  trabajo  como  la  vida  al   funcionarial, cumbres que hubiera po-  sentido y otra textura distinta de cuan-
               hámster empujando frenético su ruede-  dido escalar, pero tampoco caí en algún   do era tiempo presente.
               cita. Vas en un empujón de los granos   abismo que amenazó con atraerme. Ni   Avanzada ya la función, recuerdo el
               del acné a los pelos en las orejas y…   tan arrepentido ni tan encantado. Logré   paso por el escenario de los distintos
               cuando te has dado cuenta estás en la   aislarme de cenáculos políticos y de in-  actos de esta tragicomedia que es la
               edad del 6. Notas que has llegado a ella   tereses poco respetables, pude ganarme   vida. Una infancia en la que dormías
               cuando empiezan a dejarte el asiento en   el respeto de mis oponentes y mantener   de un tirón y te despertabas sin que te
               el metro, cuando la gente joven ya te   mi dignidad y mi independencia, sin   doliera nada. Éramos felices sin saber-
               llama de usted, cuando todo te parece   más militancia que mi trabajo. No me   lo. Jugábamos despreocupados en el
               carísimo (y en pesetas), cuando ya, al   hubiera permitido otra cosa mi novia,   patio del colegio y un día, de repente,
               caminar, miras siempre donde pones   una novia hermosísima y a la que amo   vimos que la flaquita de las coletas te-
               los pies, cuando ya no te gusta una cena   con locura. Se llama LIBERTAD.  nía de mujer los ojos y los labios. El
               a la luz de unas velas (porque no ves el   Llega el momento en que, a mis cin-  estallido hormonal de la adolescencia,
               menú) y sobre todo cuando empiezas   cuenta y quince, entro en el último   abandonado el seguro refugio de la in-
               a  oír  aquello  terrible  de…  claro  a  tu   tercio de mi vida, el más corto y el que   fancia, cuando los pies de hoy ya no
               edad…                             ha de traer más compromisos de salud.   cabían en los zapatos de ayer. Aquella
               Mirar atrás, más de 30 años, es abrir en   ¿Cómo verlo en positivo? Pienso que   juventud, de amoríos urgentes, inapla-
               nuestro interior un tratado de paleon-  si no elegimos ni el nacer ni el morir,   zables, en la que, como todos los jó-
               tología, tratando de descubrir la forma   trataré de disfrutar el intervalo. Quiero   venes, en palabras de Gil de Biedma,
               en la que ya hemos doblado cumpli-  sentir el paso, que no el peso del tiem-  vine a llevarme la vida por delante y
               damente aquella edad. Cómo hemos   po. Disfrutaré cumplidamente lo que   enseguida tuve que darme cuenta que
               podido distinguir (y confundir) tantas   me dio madre naturaleza, antes de que   la vida iba en serio. Las responsabili-
               cosas. De qué manera hemos ganado (y   se lo lleve padre tiempo. Se me abre,   dades e inquietudes de la madurez y el
               perdido) en tantas situaciones hasta lle-  ahora, una nueva etapa con dos perío-  estupor de mi edad actual. Al final las
               gar a este momento, a esta edad terrible,   dos de vacaciones al año (de seis meses   personas, como apuntó el filósofo Sar-
               en la que el destino nos ha alcanzado.   cada uno) o con doscientos veinte mos-  tre, sólo somos una mezcla de química
               Tras periplos por diversas ciudades y   cosos, como se prefiera.    y estupor.
               muchos  trabajos,  en  1994,  este  bus-  Algunos enigmas se me han aclarado   En el umbral de esta nueva etapa de
               cavidas que os habla, abrió su camino   y otros me acompañarán hasta mi úl-  mi vida, hoy, me vienen a la men-
               profesional en Madrid. Lonja pública,   tima hora. En el Péndulo de Focault,   te aquellos pensamientos de Frida
               zoco de papeles timbrados y arcón ad-  libro que nunca conseguí terminar de   Kahlo y quisiera, de ahora en adelan-
               ministrativo inagotable. Útero inmenso   leer, afirmaba el conde de Saint Ger-  te, poder hacer lo que me de la gana,
               y seco que pare de continuo innume-  main “cuando se pasa la frontera de los   tras la cortina de la locura. Arreglaría
               rables  legajos.  Ciudad  acogedora  de   200 años uno empieza a aburrirse”. Yo   las  flores,  pintaría  el dolor,  el amor
               conspiraciones unas veces y de proyec-  no espero aburrirme por este motivo.   y la ternura. Me reiría a mis anchas
               tos imposibles otras tantas. Urbe máxi-  Pero sí sé que pasaré a ese colectivo   de la estupidez de algunos y todos
               ma que trata siempre de edificar cada   de edad que es, en nuestro modelo cul-  dirían: ¡pobre está loco! Un punto de
               vez más arriba, sin tener solucionado   tural, socialmente considerado en la   locura es imprescindible para sobre-
               lo de aquí más abajo. Tormenta, siem-  irrelevancia, incluso en la marginación   vivir, reírse de todo y sobre todo de
               pre, de fervor urbanita en esta ciudad   y con el que se cuenta para organizar-  uno mismo, porque de ese modo nun-
               invivible pero insustituible. Ciudad, en   le el ocio y para reclamarle su voto en   ca falta motivo para la risa.
               palabras de Cela, a medio camino entre   una  especie  de  envejecimiento  cul-  Muchas gracias a todos por vuestra
               Navalcarnero y Kansas City, pero con   tural, una suerte de Alzheimer social.   compañía, en este punto y aparte vital
               muchos subsecretarios.            El tiempo pasado, en esta implacable   de mi existencia.


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