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| OPINIÓN
ungría, una vez más, en su eterna melancolía, receptora de entrañables
Hrecorridos, resplandece al evocar a su compositor preferido, Franz Liszt,
conmemorando el bicentenario de su nacimiento de Reidine, Doborján, cerca de
LA MAGIA Sopron, a pocos kilómetros de la frontera austriaca, al norte del país magiar, un 22
de octubre de 1811. Dos siglos que marcan la fuerza luminosa de unos ritmos lle-
HÚNGARA nos de místicas nostalgias, porque su música no se ha perdido en el olvido, destila
DE FRANZ magia y nos transporta, atrapándonos en su gran atractivo.
LISZT Y SU Hungría, en Reiding, dio un músico para la historia. Sus “19 rapsodias” siguen el
“GAUDEAMUS ritmo popular que todos aman y se interpretan en fiestas, reuniones, acontecimien-
tos magiares llenos de patriotismo, porque el húngaro, tantos años subyugado por
IGITUR” la “bota soviética”, ama su tierra, la libertad y la música. Y los universitarios de
entonces, como los de ahora, cantamos al comienzo del curso universitario su
“Gaudeamus Igitur”, para orquesta, coros y solo, muchos sin saber que Franz
Liszt fue su autor.
Desde niño, y guiado por su padre –Adan Liszt– violinista, le inculcó los estudios
musicales. A los nueve años, su fama de concertista era tan grande que varios
Francisco Ruiz de la Cuesta nobles húngaros decidieron darle una beca de 600 florines, durante seis años, para
Miembro de número de la que estudiara música en Viena. Luego, viaja a París y Londres, siempre bajo la
Asociación de Médicos Escritores dirección de su padre. Compone la ópera “Don Sancho”, representada tres veces,
en 1825, en la Ópera parisina. Dos años más tarde, muere el padre y Franz deja los
de España conciertos y viajes, para dedicarse a su madre, dando clases particulares. Y com-
pone sus grandes obras: “19 rapsodias húngaras”, “Rapsodia española”; baladas,
sonatas, ejercicios, fantasías. La vida de París le fascina. Se enamora de la condesa
Marie d’Agoult y marcha a Suiza donde nace en Ginebra, en 1835, su hija Blan-
dine. Después, se trasladan a París, naciendo su segunda hija, Cosima, en 1837.
Viajes y conciertos. Viven en Milán y Roma. Y allí nace su hijo Daniel, en 1839.
El río Danubio se desborda en Hungría, provocando muchas desgracias. Franz
Liszt fue a Viena y ofreció seis conciertos para ayudar a sus compatriotas.
Viaja por Hungría, Alemania, Inglaterra, Escocia, Bélgica, Francia, Portugal, Sui-
za, Rusia, España, Turquía, dando extraordinarios conciertos. Su vida cambia al
separarse de la condesa Marie d’Algout que muere en 1876.
Compone “Misa de Gran”, “Sinfonía Fausto”, “Christus”, “Leyenda de Santa Isa-
bel”, “Misa de la coronación” para Francisco José I como rey de Hungría.
En Rusia conoce a la princesa Carolina Von Sayn y se la lleva a vivir a Weimar, de
la región alemana de Turingia. Y se establecen, también, en Roma y Budapest, sin
olvidar Viena, Lieja y Londres.
Su hija Cosina y Richard Wagner se casan en Lucerna en 1870. A petición de
Wagner a Luis II de Babiera, en Bayreuth, se erigió el Teatro de la Ópera, inau-
gurado en 1876, famoso por sus festivales anuales, “templo de la música alema-
na”… En 1883 muere Wagner. Franz, tiene una repentina crisis religiosa. Recibe
las órdenes menores, estudia Teología y es nombrado canónigo honorario de San
Albano, en Roma.
Muere en Bayreuth, Alemania, en Baviera, al noroeste De Nurembert, en 1886, a
la edad de 75 años… En 1887 moría la princesa Carolina.
Sus obras musicales son inmortales. Toda Europa recuerda a Franz Listz, en el
bicentenario de su nacimiento. Su “Gaudeamus Igitur” es cantado en todas las
universidades del mundo.
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