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| OPINIÓN

                                                  is umbrales de la percepción posteriores a la jubilación es como
                                            Msi la vida y yo “fuéramos a distintas velocidades”. No siempre me
                                            ocurre pero hay días en que siento esta sensación muy intensamente. Ya
                                            no tengo que competir con los demás, no me tengo que esforzar en mi
                                            trabajo, literariamente a lo largo de mi extensa vida he conseguido un
                                            techo que me parece razonable y por lo tanto satisfactorio, he viajado
                                            por casi todo el mundo, he conocido la fama y los aplausos, también la
           A DOS                            paternidad, el calor de un hogar estable, desahogado y con unos padres
                                            ejemplares y amorosos, la alegría de la juventud y de los primeros amores
           VELOCIDADES                      – los mejores –, el apasionante mundo de la segunda mitad del siglo XX,
                                            he leído a buenos autores, he tenido buenos profesores en ICADE, una
                                            promoción compacta y muy unida, el placer de interpretar en mi “vieja
                                            pianola”, de vivir buena parte de mi vida en un país estable, próspero y
                                            lleno de ilusión, sin un solo parado, de tener buenos amigos, ¿qué más
                                            puedo pedir a la vida, si a eso le unimos el ser creyente en un más allá de la
                                            muerte donde podemos alcanzar la felicidad, la beatitud y la paz eterna?.


                                            Pues bien, como les decía la sensación sicodélica que me embarga ahora con
                                            frecuencia al no tener ya que competir con nadie, ni luchar contra nada, ni am-
                                            bicionar nada, es como si la vida de pronto fuera a otra velocidad, sí amigos,
                                            la vida, la vida que me rodea, el tiempo para ser más exactos. Yo me muevo
                                            a un ritmo diferente y eso llega a producirme zozobra y hasta desesperación,
                                            después de haberlo conseguido todo es como la certidumbre de “que esta últi-
                                            ma parte de la vida me sobrara”, sí, que me sobra y por lo tanto a no ser que
                                            consiga algo que me ilusione podría llegar a transformarse en una tortura.
          Germán Ubillos Orsolich
          Escritor y periodista             Me he caído del tren de la vida, de la vida de los demás y esta sigue su
                                            marcha a toda velocidad mientras yo veo estupefacto como sigue esa mar-
                                            cha frenética, la marcha de los demás subidos a ese tren de alta velocidad
                                            lanzado hacia Dios sabe donde, pues en realidad ni sé por qué va (van) a
                                            esa velocidad ni por qué yo me he parado.

                                            Después de haber tenido todo los que les he contado ¿qué puede hacerme
                                            ilusión?. Mi próximo libro ya está en marcha, los presentadores también,
                                            la sala bellísima donde será presentado está asimismo a la espera, com-
                                            prendo a Leo Messi, el gran jugador, que cuenta en sus memorias que
                                            cuando sale del campo de futbol se pasa el día durmiendo. A Leo Messi
                                            todo le aburre, es incapaz de leer un libro, de jugar a nada, de hacer nin-
                                            gún proyecto, solo duerme para aburrirse lo menos posible. Yo también
                                            duermo mucho, en ese aspecto me parezco a Leo Messi y duermo porque
                                            mientras duermo no pienso ni siento, quemo el tiempo que me quema, que
                                            me puede matar… que me sobra. Severo Ochoa, el nobel, lloraba sobre la
                                            tumba de su mujer porque se le habían muerto todos los amigos, lo mío
                                            es semejante pero diferente, es una tristeza seca, sin lágrimas, la tristeza de
                                            que se me ha escapado la vida y que tengo que hacer un esfuerzo gigantes-
                                            co e imposible para luchar “conmigo mismo”, para ir a nadar a “la piscina
                                            climatizada”, para caminar solo, para ir al gimnasio, para evitar que el
                                            “parkinsonismo” que me va paralizando acabe paralizándome del todo.


                                            La vida y yo vamos a dos velocidades diferentes, es como mirar la rea-
                                            lidad a través de una lente desenfocada, bizca, créanme, muy desagra-
                                            dable, menos mal que no todos los días me ocurre….. pero no olviden
                                            jamás que la vida no es un “valle de rosas” y que se puede estar forrado,
                                            sin nada que hacer en todo el día, sin ninguna adversidad ni competen-
                                            cia, sin ningún dolor, y estar profundamente aburrido… desesperado.

          62   Más fijos
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