Page 62 - ses283
P. 62

| OPINIÓN










                                                 onocí a Octavio Uña Juárez hace unos veinte años, tenía una ex-
                                            Cpresión entre amable y cercana, había formado parte de la Orden
              CRONICAS                      Agustiniana donde ya le oí ciertas homilías extraordinarias, nos presentó

                                            José Joaquín Catá, ya fallecido, catedrático de instituto. Así comenzamos
                     DEL                    la andadura de los “Premios Croché” de narrativa y poesía, que Manolo
                                            Míguez y Mari Cruz Lorente patrocinaron siempre de forma impecable y
                OCEANO                      cordial. Me llamó la atención que fuese el propio Octavio quien me pro-
                                            puso ser presidente de aquellos jurados, siendo él, como ya intuía, muy
                                            superior a mi, pero formamos, eso sí, un grupo compacto y bien avenido
                                            de amigos que lo seríamos después y ya para siempre. Ese jurado lo pre-
                                            sidí durante diez largos años y siempre Octavio me sentaba a su lado y
                                            en el centro de la mesa….. Ha transcurrido el tiempo y Octavio Uña ha
                                            ido ganando cátedras y licenciaturas, licenciaturas en fi losofía y letras,
                                            psicología, ciencias políticas y sociología por la Complutense, y ciencias
                                            humanas y teología por la Universidad de Comillas . Ha ampliado estu-
                                            dios en Alemania, Inglaterra, Bélgica y Estados Unidos. Ha viajado por
                                            medio mundo, por Europa y América, por Asia y por Australia y Nueva
                                            Zelanda, unas veces por placer y la mayoría dando conferencias, pues es
                                            muy requerido de todas las Universidades nacionales y extranjeras.
          Germán Ubillos Orsolich .
                                            Además de su obra ensayística y científi ca, fi losófi ca, teológica y socioló-
                                            gica, tiene en su haber unos veinte libros de poemas, esta faceta de poeta
                                            es como el broche de oro, el tesoro más querido y escondido de su alma,
                                            algo así como el perfume o el rescoldo de su más íntimo ser, perfume que
                                            depura, destila y almacena con toda la delicadeza de su personalidad.
                                            Ahora acaba de publicar en el Servicio de Publicaciones de la Universi-
                                            dad Rey Juan Carlos sus “Crónicas del Océano”, prologadas por Luis
                                            Alberto de Cuenca. “Crónicas del Océano” es un libro abierto – como
                                            dice de Cuenca – a la variedad y a la inmensidad. En él dedica poemas a
                                            la Venecia eterna, joya de hermosuras y de melancolías, a Bizancio, a pa-
                                            rajes poco conocidos como las tierras de Australia y las Neozelandesas,
                                            también a sus lugares más queridos como el cercano Mediterráneo y su
                                            Zamora natal, a su “Castilla la Vieja” y también a su amor por la con-
                                            templación de los inmensos horizontes y paisajes, de las islas Canarias
                                            a las que yo tanto amo, y a las pequeñas cosas, a los animales, como al
                                            caballo Winroy que él inmortalizara…” caballo castaño, apacentándose
                                            de estrellas en la hierba”.

                                            Vemos así a un Octavio Uña de carne y hueso que paladea la vida y sus
                                            mil maravillas y placeres, que como un esteta, un contemplativo o un
                                            gourmet, que lo es, sabe sacar a la vida lo que esta tiene de positivo y
                                            hermoso, que es mucho.

                                            Estaba leyendo este libro tan bello cuando mi hija puso música de
                                            “Abba”, la mejor de este grupo, y me pareció fl otar entonces entre el
                                            cielo y la tierra, en unas moradas de otra dimensión, donde puedo ase-
                                            gurarte, lector, que estas “Crónicas” pueden llevarte siempre de la mano,
                                            de la inmensa cultura de Octavio Uña, tan magnífi co, que además tengo
                                            la suerte de que sea mi amigo.



          62   Más fi jos



                                                                                                           08/10/09   5:13
     062SESENTA.indd   62                                                                                  08/10/09   5:13
     062SESENTA.indd   62
   57   58   59   60   61   62   63   64